Arte útil o magia de la metamorfosis

Arte útil o magia de la metamorfosis

Dinamizar los desechos, crear belleza a partir de los despojos del consumo y la voracidad industrial adquiere necesariamente cada vez más fuerza… cuando surgen en el mar continentes de plásticos, y que, en un contexto local, los basureros de desperdicios, adornan vías públicas.

Hay artistas, asociaciones, galerías, que se dedican, con mística, a esa rama otrora insólita y en algo –aunque muy poco – salvadora del desastre ambiental. Entre los maestros dominicanos pioneros en esa faena, se destacan, ya citados repetidamente, Silvano Lora y Tony Capellán, cuyas obras agregan a la recuperación, un profundo sentimiento social. Los procesos difieren, pero los fines son los mismos: valorizar lo inservible, mejorar las condiciones de vida, crear conciencia, ¡ojalá!.
El arte tradicional era antítesis de esa integración, por su forma, sus elementos, su destino. Felizmente, los conceptos han cambiado: testimonio de esta evolución, que entonces puede culminar en contribución a resolver un mal de la sociedad, es el arte de reciclaje.
Y Marcelo Ferder se ha confirmado en nuestro país como magistral en el arte de reciclaje, que él concibe, realiza y enseña.
Arquitecto de formación, su obra plástica es testimonio de una evolución arquitectónica -muy minoritaria aun-: diseñar y construir recuperando desechos, proponiendo otra estética. El artista, dominico-argentino, “argentino-taino” según él, de-construye , construye y re-construye.
La exposición. Una exposición de esa manifestación artística y cultural se presentó en la Galería Nacional de Bellas Artes, pero ahora Marcelo Ferder coloca en el Museo de Arte Moderno, una muestra muy superior en dimensiones, elementos y formulaciones, en la diversidad de sus componentes.
Esta magna individual, heroica por su audacia, bajo el título llano de Arte Util, ocupa la mitad de la segunda planta del Museo de Arte Moderno y acapara toda la atención. Suma simetría y asimetría, verticalidad y horizontalidad, hasta trepándose en la pared –como el tremendo caos vehicular -, en un contundente despliegue de piezas asombrosas.
Este espectáculo, auténtica escenografía – del propio Marcelo, suponemos- insiste en la necesidad de concentrar la atención, compenetrarse con la materia ofrecida o buscada, y “re-transformarla” según ideas e inspiración -inmediata o largamente madurada-. ¿Tendrá límites la imaginación comprometida y recreadora de Marcelo?
Ensamblajes de elementos vulgares, por la magia del talento se convierten en únicos e inconfundibles. Florece un caudal de hallazgos que desacralizan la creación plástica ordinaria, y por supuesto la producción estéticamente engañosa, como la Barbie… vuelta kitsch a lo Ferder.
Puntos fuertes. “Usted no puede hacer lo que quiere hacer, sino lo que el material le permite hacer. Cada material tiene su propia vida y uno no puede destruir un material vivo para hacer una cosa mediocre sin sentido”.
Esa sentencia de Constantin Brancusi podría haber sido pronunciada por Marcelino Ferder: los materiales le permiten hacer todo … o casi todo. El escultor devuelve una segunda vida a un material exánime, le otorga una grandeza mayor que la original, incluyendo los de consumo más pobre, metales, plásticos, papeles aun. Por vocación incapaz de destruir e ignorar la mediocridad, es un hacedor.
Las obras de Marcelo Ferder se destacan más que nunca por sus materiales no convencionales, sus cualidades físicas, por el tratamiento de desgastados mamotretos -artefactos que convierte en arte-, así su batallón de esculturas imantadas que brindan una curiosa armonía en el espacio. Formas y volúmenes insólitos reflejan cuestionamientos humanos, sociales, artísticos aun –como el Modulor de Le Corbusier- a partir de concepción y realización.
Las obras, bi o tridimensionales, dialogan inesperadamente. A la entrada, una serie de autorretratos se apropia de los rostros de iconos de la modernidad y los “ferderiza” con humor. ¡Marcelo también sobresale en el dibujo!
Una gigantesca instalación propone Marcelo Ferder, mediante estilos y medios, necesariamente distintos unos de otros, nunca sistemáticos, finalmente sofisticados en extrañas y renovadas destinaciones. Fascinantes piezas de un artista no convencional y verdadera Caja de Pandora para nuestra fruición, es auténtica definición del arte contemporáneo que siempre se está (re) haciendo.

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