Cuando una mañana en febrero del 2016, Félix Sánchez fue a entrenar con miras a su preparación para los Juegos Olímpicos de Río, luego de haber pasado una mala noche ya que su recién nacido hijo Asher había dormido poco, se dio cuenta de algo.
Correr ya no era tan importante, estar lejos de su familia era más pesado y los sacrificios que tendría que hacer para llegar a Río en forma y poder tener una actuación respetable, valían menos que pasar tiempo con Asher, su primogénito.
“En ese mismo momento le dije a mi entrenador que no volvía más, que me retiraba. El me mandó a la casa a que descansara y que hablábamos en un par de días, pero yo sabía que no iba a volver”, dijo Sánchez al Periódico Hoy, en una prolongada entrevista en un restaurante de la capital dominicana.
Para Sánchez, la vida había cambiado, y ya tenía otras cosas más importantes.
“Ahora estoy viviendo, todo cambia cuando uno tiene hijos, lo había oído muchas veces, pero hasta que no lo viví no me había dado cuenta”, dijo.
Hoy Asher tiene tres años, ya se encuentra estudiando en un maternal dominicano y forma parte vital en la vida del vallista.
“Asher es mi medalla más importante pero por mucho”, comentó Sánchez.
El atleta dice que cuando le llegue su momento, espera que su hijo adopte un deporte que no sea el atletismo.
“Porque yo sé que entonces me convertiré en un padre-entrenador y yo lo que quiero es disfrutar todo lo que él haga como su fanático”, agregó.