Así estamos.- Fue el miércoles de la semana pasada, eran alrededor de las 8:45 de la mañana, y el Instituto Nacional de Cardiología estaba atestado de pacientes. Por eso nadie le dio mente al hombre vestido de médico que se dirigió con paso firme y sin vacilar, como si conociera el terreno que pisaba, al área administrativa, donde sacó una pistola, apuntó a la cabeza de la asistenta de la administradora, y la obligó a entregarle el dinero recaudado durante el fin de semana: 100 mil pesos, chelitos mas chelitos menos. Médicos, paramédicos y algunas personas que en ese momento se encontraban en el área fueron utilizados como rehenes por el asaltante, que los retuvo a punta de pistola hasta que pudo salir hasta el frente del hospital, donde lo esperaba un motoconcho en el que escapó raudo y veloz. Solo falta decir que, una semana después, el autor del hecho no ha podido ser identificado, y que la Policía anda tras su pista sin ningún resultado.

Sin sorpresas.- “La judicatura no está asumiendo el rol que le corresponde en la lucha contra la corrupción, poniendo en juego el Estado de Derecho”. La lapidaria frase resume la reacción del Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, a la decisión del juez de la Suprema Corte Fran Soto de ordenar el desbloqueo de los bienes del senador por San Juan, Félix Bautista, bajo el alegato de que su inmovilización se produjo sin que mediara la orden de un juez. Muchos de los que damos seguimiento, desde las gradas, al proceso judicial contra el Secretario de Organización del PLD compartimos las duras palabras del Procurador, pero faltaríamos a la verdad si dijéramos que nos sorprendió el desenlace. Como tampoco debería estar sorprendido Domínguez Brito, quien sabe mejor que nadie, porque lo ha sufrido en carne propia, que una justicia secuestrada por una casta política es una excelente aliada de la corrupción.