Atención a la familia

Atención a la familia

Diariamente los medios de comunicación dan cuenta de situaciones y de casos muy lamentables ocurridos en los hogares y dentro de las relaciones de parejas.

Es muy elevado el número de mujeres que mueren mensual y anualmente a manos de esposos arrebatados por una violencia ciega y desenfrenada.

Los casos registrados indican que esta es una situación que no se limita a una clase determinada en la sociedad. Hemos visto casos de sangre y de maltratos en familias tanto de condiciones muy humildes así como de posición muy elevada.

Hay hogares en donde lo que prima es sólo la mera apariencia, pues hace tiempo que ya no existe el amor, la comprensión, la ternura, el cuidado y la valoración en la pareja.

Dios estableció la familia dentro del marco del respeto, de la plena satisfacción sexual, de la buena comunicación, de la paz, de la alegría y del cuidarse el uno al otro.

Y donde no existen estos valores, sencillamente lo que se vive es un puro infierno, caldo de cultivo para cualquier desgracia.

Esto genera una consecuencia muy perjudicial para toda la nación. Una sociedad nunca será diferente a lo que son los hogares.

La falta de buena relación entre los padres afecta sensiblemente el carácter y comportamiento de los hijos.

Esa es una de las razones principales por las que vemos a jóvenes lanzados a destiempo a un estilo de vida promiscuo, con la secuela de embarazos prematuros y la entrega a los vicios y a la vida de violencia y de maldad.

Tanto el Gobierno como las entidades que trabajen y luchan por la formación del ser humano deben implementar políticas, esfuerzos y medidas tendentes a educar, orientar y parar esta realidad tan preocupante para toda la sociedad.

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