Thomas Malthus se equivocaba por una simple razón. La humanidad ha sobrevivido su pronóstico de 1798 de que la población en aumento no podría alimentarse, porque la innovación y el incremento de la productividad nos permite producir más con la misma mano de obra y de capital: irrigación, fertilizantes, especies de plantas más productivas y la mecanización han permitido a los agricultores aumentar entre cinco y seis veces la cantidad de cereales producidos con la misma porción de tierra que hace 100 años.
El problema es que puede que un incremento de la productividad similar ya no sean posible… o efectivo.
Hay un consenso general sobre los actores que mejoran la productividad. La inversión en maquinaria y equipamiento aumenta los niveles de producción y de calidad. La educación y la formación mejoran la capacidad de los trabajadores.
Nuevos productos, tecnologías, estructuras organizativas y gestión del trabajo -en otras palabras, la innovación- aumentan la eficiencia. Un clima sano para la innovación y la competencia fomenta la aparición de negocios más rápidos y eficaces.
Lamentablemente, también hay un consenso generalizado de que el incremento de la productividad se está aplanando. En las economías avanzadas, el crecimiento de la productividad ha caído por debajo del uno por ciento anual, frente al 3 y 4 por ciento más normal en las décadas de post guerra, e incluso por debajo de entre el 2 y el 2,5 por ciento de las últimas décadas del siglo XX.
Una tendencia similar está comenzando a aparecer en los países en desarrollo. Junto con el estancamiento o disminución de la mano de obra, la desaceleración del aumento de la productividad es uno de los factores clave que están frenando el crecimiento mundial.
En lo que nadie está de acuerdo es en la razón por la que esto está ocurriendo. Algunos economistas piensan que las mediciones tradicionales, diseñadas para economías dependientes de una industria pesada, simplemente no están detectando el incremento de la productividad de los servicios, o el efecto de unas tecnologías nuevas basadas en la información. También hay un desfase natural entre la introducción de nuevas tecnologías y su efecto pleno. Sencillamente podría ser demasiado pronto para ver las mejoras en la productividad.
Sin embargo, estos factores siempre han estado presentes en cierta medida y habrían afectado estimaciones de productividad anteriores. El verdadero problema es más profundo, e irresoluble.
Incluso si se pudiera impulsar el crecimiento de la productividad, no está claro que estas ganancias tuvieran tanto impacto en nuestro nivel de vida como en el pasado. Producir más únicamente no es de mucha ayuda en una época de exceso de capacidad y de demanda agregada débil. Muchas innovaciones eliminan puestos de trabajo y bajan los sueldos, permitiendo a algunos creadores captar más beneficios, pero no ayudan a la mayor parte de la población.