Hacer un llamado para asistir a don Félix Bautista parece un sarcasmo, pero no lo es. Él necesita, para escapar del torbellino legal que le inquieta, transformar lo increíble en creíble. Nuestra sociedad puede ayudarle.
En dieciocho años de vida profesional, dieciséis sirviendo al PLD desde el regazo del presidente Fernández, este portentoso ingeniero, político y funcionario ha creado incontables compañías y acumulado una espectacular e indescifrable fortuna. Si ha habido emprendedores geniales en la historia, éste es, sin duda, uno de ellos.
Desconcertante ha sido para él que un grupo de preponderantes ciudadanos, organizaciones cívicas y periodistas independientes, intenten deslucirle el éxito. Lo demandan, lo acusan, lo atormentan, y hasta le hacen perder los estribos. Nada, que están tratando de embarrarle los laureles, aunque han sido vanos sus esfuerzos legales hasta el momento (que, dicho sea de paso, van amparados por el derecho que otorga la Constitución para cuestionar el accionar de los servidores públicos).
El organismo estatal que persigue la corrupción y la Suprema Corte de Justicia lo proclaman inocente. La comisión bicameral que le investiga no encuentra manchas ni piedras en su camino. Sin embargo, siguen acosando y torturando a don Félix. Esto se debe a que viene enfrentando un grandísimo problema: el dominicano no cree en sus instituciones. Por eso, intentará resolver su cuita lejos de aquí.
Él sabe que la sospecha le persigue a pesar de sentencias supremas, directores anti-corrupción y comisiones bicamerales. Esas sentencias carecen de credibilidad ante los ciudadanos, no convencen. Así de incrédulos hemos llegado a ser…
De ahí, que el millonario senador, joya de la corona del poder – astuto, inteligente y rico – recurra ahora a los tribunales internacionales, pues es la única forma de vencer a los cuatro atrevidos que le amargan la vida, y de callar a los demás. Yo haría lo mismo, y buscaría juzgados independientes sin tejemanejes para zanjar la cuestión.
Entonces, estarán ustedes de acuerdo, la mejor forma de ayudar a don Félix es contribuyendo a que el juicio foráneo tenga lugar; y para eso debemos contribuir con el fondo de defensa de los cuatro acusados. Aportémosles dinero hasta que se acabe el juicio. El PLD debería hacer lo mismo, y don Félix también. Sin ese juicio, la duda persistirá, las acusaciones contaminarán el aire que respira el ingeniero como el smog de una ciudad china.
La defensa tiene que ser costeada por nosotros los ciudadanos. Depositemos en esa cuenta lo que podamos. Hagamos posible un pleito solemne, neutral, con magistrados desconocidos, y en un ambiente creíble. Advertimos, eso sí, que no es permitido ganar por tecnicismos, trucos, ni chicanas; mucho menos descalificando pruebas o desplegando artilugios procesales. Deberá ser éste un encuentro cuerpo a cuerpo, sin golpes bajos. Que se pierda por nocaut.
Ayudemos a don Félix a celebrar el juicio. Facilitémosle esta oportunidad que tiene de poder escapar del tormento acusatorio, y de que lleguemos a creerle, dejándolo prosperar en paz. “Amén”.