Azorín: El político

Azorín: El político

POR SALVADOR BRETÓN HOLGUÍN
En esa línea de pensamiento me gustaría seguir escribiendo estas cuartillas; del liderazgo en orfandad que nos legaron, precisar algunos aspectos nodales de la práctica política criolla, de nuestros políticos y de la politiquería; Del brujulear político a que nos tienen sometidos de manera permanente los que descaradamente aspiran a saquear las áreas del Estado dominicano. Pero, dado lo candente y peliagudo que se esta tornando el debate político, si es que existe alguno como tal, prefiero hacer uso de la pedagogía azoriniana para que algunas de sus enseñanzas ilustren a la opinión publica y quizás sirvan para elevar el pensamiento político.

Don José Martínez Ruiz, mejor conocido en el mundo de la letras con el seudónimo de Azorín, nació en Monovar, España, en 1873, y falleció en Madrid en el 1967. Figura de primer orden en la literatura, quien junto a Baroja, Valle-Inclan, Miguel de Unamuno y Maeztu realizó aportes valiosos a la cultura universal.

Azorín, gran observador y estilista, llegó a ser el tesorero del gran acervo literario español. La colección Austral incorpora a su larga lista de publicaciones esta extraordinaria obra: “El político”. De gran trascendencia, publicada cuando Azorín era aprendiz de parlamentario y supervisor político. Libro teórico, que además de hacer un exquisito ejercicio literario, aconseja con nobleza y picardía cómo debe ser y actuar un político. Son muchas las condiciones que este les exige a un político ideal, y se mezclan en sus consejos e insinuaciones enseñanzas de Maquiavelo, de Baltasar Gracián, de Castiglione y de Saavedra Fajardo; todo reunido en una bondadosa y persuasiva doctrina de la tolerancia y magnanimidad, envuelta con cierto disimulo y melancolía, exigiendo a su político realista e ideal que sepa renunciar en sazón y retirarse a tiempo.

Editado en el año 1984, esta obra de gran tacto y exquisito estilo, contiene además un epílogo futurista; integrada por 47 pequeños capítulos llenos de sabios consejos. Cada uno de estos, al leerlos nos dejan una inmensa enseñanza en torno a la figura del político, de cómo debe ser y actuar este.

Haremos una sinopsis, de algunos de sus planteamientos extraídos de su texto. Decía…

-El Político ha de tener fortaleza:

Esta es una condición indispensable para un hombre de Estado. Su cuerpo debe ser sano y fuerte. Sea el político mañanero, acuéstese temprano. Tenga presente que no es el mucho comer lo que aprovecha, sino el bien digerir. Para estar sano y conservar la fortaleza ha de amar el cuerpo. Vaya a este, ame las montañas, suba a ellas, contemple desde arriba el vasto panorama. Mézclese en la vida menuda de los labriegos y aprenda en ellas las necesidades, dolores y ansias de la nación toda.

-Arte en el vestir:

Con este arte se persigue la elegancia. Esta es una condición casi innata. La primera regla de la elegancia es la simplicidad. Procure ser sencillo el político en su atavío, no use paños ni lienzos llamativos por los colores, o por sus dibujos. No ponga en su persona más que lo necesario. Sencillez y naturalidad: esta es la síntesis de la elegancia.

-No prodigarse:

No se prodigue ni en las calles, ni en los paseos, ni en los espectáculos públicos. Absténgase el político a esto: lo que mucho se ve, se estima poco. Sea difícil el político para las visitas, no reciba a todos, sino a contadas personas. No otorgue a todos su afabilidad y su cortesía.

Tenga la virtud de la Eubolia:

La virtud de la Eubolia consiste en ser discreto de lengua, en ser cauto, en ser reservado, en no decir sino lo que convienen decir. No se desparrame en palabras el político, no sea fácil a las conversaciones y conferencias con los medios; sobre todo cuando se trata de cosas del Estado. Al informar hay que hacerlo con solemnidad, poco a poco; despacio para crear apariencia de mucha importancia y expectación. Mantener siempre la duda y una actitud impredecible.

-Sepa Desentenderse;

En su vida diaria, en sus actividades siempre estará rodeado de admiradores, amigos, colaboradores, siempre rodeado de gente. Sepa el político tales circunstancias desentenderse en algún momento de esta corte de admiradores (cortesanos) y amigos que le rodean. Debe saber romper esta atmósfera, el circulo vicioso, esa muralla que impide ver normal y claramente a su alrededor y mas allá. Entrar en contacto con la realidad y escudriñar fuera de su entorno.

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