Balaguer, Peña y el destino. Peña propone a J.B.

Balaguer, Peña y el destino.  Peña propone a J.B.

Teófilo Quico Tabar

Rebasada la crisis electoral del 1994que recortó el período deBalaguer y le impidió postularsenuevamente, las cosas retornaban a la normalidad.Balaguer me había destituido antes de esas elecciones por las razones expuestas anteriormente. Pero luego de agostodel 94me llamó varias veces para que retornara al Gobierno. Según él, estaba recibiendo presiones de sectores internos y externos. En diciembre me designó nuevamente en Aduanas.

A mediados del 1995, recibí una llamada de Peña Gómez.El quería verme urgentemente. Envió a Colón, su ayudante, a buscarme.A Colón lo conocía muy bien. Un hijo suyo laboraba con nosotros. Llegamos a una casa cerca de la playa que tenía Julio Mariñez, donde estaba residiendo Peña.

Al llegar, estaba solo con Peggy, su esposa. Peña habló de que estaba bien posicionado para las elecciones del 96, pero que debía fortalecer algunos aspectos para garantizar su victoria. Y uno de ellos era precisamente Balaguer, quien le había arrebatado el triunfo en el 94:“El puede que no me ayude a ganar, pero sí a perder”, expresó.

Peña Gómez no ocultaba cierta admiración por las astucias de Balaguer como político y estadista. Dijo: “Es un toro, así que ha llegado la hora de tomar el toro por los cuernos.”

En tal sentido quería que le expresara a Balaguer que podrían llegar a un acuerdo. Que sus discrepancias eran políticas, porque en lo personal se habían respetado.Me entregó un papel manuscrito con unos puntos que podrían servir de base para dicho acuerdo.Se trataba de asuntos programáticos e institucionales.

Ese martes en la noche se lo comuniqué a Balaguer, quien se sorprendió, pero manifestó simpatía. Desde el mismo despacho llamé a Peña Gómez y acordaronverse el jueves a las 8:00 de la noche. Balaguer sugirió que si Peña queríapodríanverse a nivel absolutamente privado.Al día siguiente le expuse personalmente a Peña la impresión de Balaguer.

El jueves acordado recibí llamada indicándome que nos encontrábamos en la casa de Enzo Mastrolilli. Llegué a las 7:30 a buscarlo. Había varios amigos conocidos. Ninguno dirigente político. Pero me extrañó que María Victoria, la esposa de Enzo, me invitó a pasar al comedor.

En la mesa estaban Peña y Enzo. Le dije queera hora de irnos. EntoncesPeña me manifestó que algunos dirigentes y amigos lo habían convencido a última hora de que si subía las escalinatas del Palacio, se quemaría. Que le informara a Balaguer que no iría a la reunión.Le sugerí que lo llamara y le explicara. Pero Peña me pidió que tratara de explicárselo yo. Le expresé que eso era un error. Además que se me haría muy difícil.

Fui al palacio y cuando se lo comuniqué Balaguer se sintió muy molesto. “Pero fue él quien propuso este encuentro. Ustedes me han puesto de mojiganga”. Expresó. Yo me retiré y no volvimos a hablar del tema. Peroluego, tanto Peña como Balaguer me expresaron, que si se hubiesen visto, eldestino pudo haber sido diferen

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