Bancos deben confesar cuánto costará el Brexit

Bancos deben confesar cuánto costará el Brexit

Lionel Laurent
Es triste ver que la unidad europea se fragmenta incluso antes que el Reino Unido active oficialmente el proceso de separación de la Unión Europea. Es peor para la City de Londres que los bancos y las compañías de seguros no puedan sacar provecho fácilmente de eso.
Entes reguladores, funcionarios y ministros de toda Europa se pasaron los últimos siete días atacándose por el principal producto británico de exportación, los servicios financieros, y por determinar si este encontrará un camino aceptable al mercado común tras el Brexit. Como dicta el lema de Europa, “unidos en la diversidad”, todos están de acuerdo en que hay un problema. Nadie puede ponerse de acuerdo respecto a cuál es exactamente el problema.

Christian Noyer, expresidente del Banco de Francia, dice que el problema reside en darles a las financieras del Reino Unido acceso al mercado común otorgándoles el llamado “status de equivalencia”. Esto permitiría que las empresas británicas vendan servicios en la UE siempre y cuando se considere que la regulación y supervisión domésticas son lo suficientemente robustas. Noyer sostiene que esto sacudiría los mismísimos cimientos del mercado común.

El Banco Central Europeo y la Autoridad Europea de Valores y Mercados sostienen que el problema está en la manera en la que funcionan las normas para toda Europa. Estas podrían permitir que bancos o empresas de inversión se les escabulleran con una estructura que no está capitalizada ni supervisada de forma adecuada.

Irlanda afirma que el problema son los demás países miembros, que están corriendo una “carrera hacia el abismo” en materia de normas, sobre la cual el ente regulador nacional tiene el toque más suave.

Y el alemán Wolfgang Schäuble cree que el problema es toda esa hostilidad. Él quiere que la City de Londres sea “fuerte”.

Por detrás de esta exhibición de intereses nacionales se esconde un argumento válido. Europa no debería perjudicar su propio mercado sólo para preservar los lazos con su principal centro financiero, y los entes reguladores tienen razón en preocuparse por la estabilidad financiera tras el Brexit.

La lección para los grandes bancos y empresas de inversión en Londres debería ser que prepararse para el Brexit implica hacer planes para cómo serían las reglas dentro de dos años, y no para cómo son ahora.

Si bien aún parece improbable que se dé un éxodo a escala completa del sector financiero londinense, el sueño de un Brexit de bajo costo, en el cual la mayoría de los empleados se quede en la capital británica y un número simbólico se mude a la UE, se aleja cada día más. La equivalencia de hoy podría ser diferente a la de mañana si esta viene con condiciones, como una supervisión más directa.

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