Jeanna Smialek y Lucy Meakin
A Mario Draghi le quedan dos semanas para decidir cómo intensificar el estímulo de tal manera que no enfade ni a sus colegas ni a los inversores.
Cuando los decisores de la política del Banco Central Europeo se reúnan en Frankfort los días 9 y 10 de marzo, analizarán si las tasas de interés negativas y 60.000 millones de euros (US$67.000 millones) mensuales de compras de deuda bastan para reactivar los precios al consumidor. En tanto los mercados tienen en cuenta otra rebaja de la tasa, la gran incógnita es cómo personalizar la flexibilización cuantitativa.
El presidente del BCE ha dicho que no hay límites respecto de lo que pueden llegar a hacer los decidores de la política dentro de sus facultades, pero las tasas sub-cero conllevan riesgos y en cuanto a la ampliación de la QE, del dicho al hecho hay gran trecho. Draghi caminará sobre una delgada línea entre convencer a los inversores de que puede superar los obstáculos y evitar la decepción del mercado que celebró el último ajuste en diciembre.
“Será muy difícil” aumentar la QE, dijo James Nixon, economista de Oxford Economics Ltd., que no espera todavía un movimiento. “Habría que ir, en cierto modo, contra las reglas. Podría ser muy interesante ver si Draghi, como tiende a hacer cuando enfrenta estas situaciones, saca otro conejo de la galera”.
A continuación, las opciones y los obstáculos principales.
Rebaja de la tasa. Una rebaja de la tasa de depósito de al menos 10 puntos básicos desde el nivel de menos 0,3 por ciento actual es totalmente esperada por los inversores, muestran los contratos a plazo Eonia.
Dado que esto aplastaría aún más la rentabilidad de los prestamistas, los funcionarios podrían introducir una tasa de dos niveles o conceder mayores exenciones por reservas mínimas, estrategias utilizadas por pares como el Banco Nacional Suizo. El vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, dijo la semana pasada que los funcionarios deben “mitigar el efecto (de una flexibilización) sobre los bancos”.
Más QE. Para aliviar la dependencia de la deuda alemana, el BCE podría eliminar la clave para la suscripción de capital que vincula la compra a la dimensión económica. Esto permitiría a otros países con más deuda pendiente, como Italia, comprar una proporción mayor.Esta estrategia haría parecer que el BCE apoya a países que llevaron adelante políticas fiscales más riesgosas. Peor aún, podría atraer acusaciones de financiación monetaria, algo que la ley de la Unión Europea prohíbe.
Desacoplarse de la tasa de depósito. El BCE permitiría compras de deuda aun en los casos en que el rendimiento es más bajo que la tasa de depósito. Esto equivale a asegurar pérdidas, dado que el ingreso del sistema de depósitos no cubriría el déficit sobre los bonos mantenidos hasta el vencimiento.
Comprar otros activos. El banco central podría ampliar las clases de activos aptos para QE, sumando quizá los bonos corporativos. La preocupación es que probablemente no haya suficiente deuda de empresas disponible. Según Anatoli Annenkov, economista de Société Générale SA “ya hay mucha restricción de liquidez”.
Elevar el límite de emisión. En septiembre, el BCE elevó el tope relativo a la proporción de cada emisión de bonos que los bancos pueden comprar. Puede volver a hacerlo, pero probablemente se limitaría a títulos sin cláusulas de acción colectiva, las cuales otorgan una minoría de bloqueo que el banco central no quiere.
No modificar la QE. Si los decidores de la política se encuentran en un impase, la solución más fácil podría ser dejar la QE como está, confiando, por el contrario, en una reducción marcada de la tasa de depósito. No obstante, el Consejo de Gobierno se cuidará de decepcionar a los inversores. El 3 de diciembre, cuando se rebajó la tasa 10 puntos básicos y se amplió la QE seis meses en tanto el nivel mensual se mantuvo sin cambios, el euro subió un máximo desde 2009 y los bonos se desplomaron.