BCE: no le preocupa el euro o su efecto en precios

BCE: no le preocupa el euro o su efecto en  precios

Si a Mario Draghi le preocupa la fortaleza del euro, por ahora lo viene disimulando bien.
El presidente del Banco Central Europeo eludió todas las invitaciones hasta la fecha a lamentar la reciente apreciación de la moneda común al estilo de su predecesor, Jean-Claude Trichet, que solía quejarse de los movimientos “brutales” que acarreaban el riesgo de frenar el crecimiento. En cambio, Draghi señaló las perspectivas de una recuperación más fuerte de lo anticipado y sugirió que toleraría el avance del euro como prueba de que su campaña para revivir la economía está dando resultados.

“Muchos banqueros centrales opinan que si la moneda sube definitivamente por motivos buenos, sólidos y fundamentales, entonces no vale la pena ponerse en su camino”, dijo Steven Bell, economista jefe de BMO Global Asset Management en Londres. “La realidad es que la perspectiva de crecimiento para Europa cambió drásticamente —la economía está creciendo con fuerza—, por lo tanto no queda más que anticipar que la moneda tendrá algo de fuerza”.

Esa realidad se funda en niveles saludables de gasto interno e inversiones, lo cual reduce la vulnerabilidad de la recuperación a cualquier impacto negativo de un fortalecimiento del euro sobre las exportaciones. La inflación, que el BCE lucha por devolver al 2 por ciento, podría quedar menos protegida de los avances de la moneda y su efecto sobre el precio de las importaciones.

Palabras despreocupadas. Los economistas en la encuesta mensual más reciente de Bloomberg bajaron sus pronósticos de inflación para 2017 en Alemania, la economía más grande de la región, del 1,7 por ciento al 1,6 por ciento. Para la eurozona, mantuvieron su proyección del 1,5 por ciento.

Draghi limitó sus comentarios sobre el euro a unas pocas palabras, por lo visto despreocupadas, después de la última reunión del Consejo de Gobierno:

“La revalorización de la tasa de cambio recibió cierta atención durante los diversos intercambios de opiniones, y de diversas formas”.

Ascenso. El último tramo del ascenso del euro comenzó el 27 de junio, cuando Draghi dijo en un discurso de alto perfil que había fuerzas reflacionarias en juego y sostuvo que de continuar la recuperación el banco podría disminuir el estímulo.

Desde entonces, la moneda se fortaleció un 4 por ciento frente al dólar —y alcanzó su cotización más alta desde antes del inicio de la expansión cuantitativa— y más del 7 por ciento ponderada por la balanza comercial. En 2007, avances parecidos llevaron a Trichet, por entonces presidente del BCE, a advertir que “movimientos brutales” nunca son bien recibidos (en aquel entonces, el euro cotizaba a poco menos de US$1,50; hoy, a menos de US$1,20).

La actitud confiada mostrada hasta ahora por las autoridades respecto a un problema que podría complicarse sugiere que están convencidas de que la fuerza del euro refleja los fundamentos económicos y que un crecimiento sólido y de base amplia terminará dejando la inflación por debajo pero cerca de 2 por ciento.

“El silencio respecto a la moneda en esos niveles probablemente sea algo bueno”, dijo Bell, de BMO. “Hay que tener en cuenta que la eurozona tiene un superávit por cuenta corriente, el crecimiento está mejorando, el desempleo disminuyendo y lo cierto es que nadie quiere precipitar un comentario termonuclear de Donald Trump de ataque a Europa”.

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