El Mundial de Fútbol, que cada cuatro años organiza la FIFA, es a juicio de muchos, el evento número uno del deporte mundial.
No hay otro deporte que despierte más pasión que este evento, es tanto ese entusiasmo y ese interés, que hasta los que no sabemos, pero que tampoco somos amantes de ese deporte, lo seguimos.
Uno de los puntos más transcendentes para que esa Copa Mundial tenga el nivel de interés es que los jugadores más importantes compiten en el mismo y lo hacen con pasión y orgullo.
Es una cuestión de patriotismo, los llamados iconos como Lionel Messi, Cristiano Ronaldo en el presente, así como Pelé, Maradona, Kaká, Zidane, Hugo Sánchez, Henry, Platini y otros que lo hicieron en el pasado.
Para los jugadores es cuestión de honor representar a su país, no importa lo que ellos piensen ni los cuartos que ganen, es un orgullo nato que hace que ellos quieran estar ahí, por su patria.
Esa ventaja la tienen por ejemplo por encima del Mundial de Baloncesto, de Béisbol y de cualquier otro deporte, que los estelares deciden si ir o no ir, no juegan con el alma y son lo más ñoños, contrario a los estelares del fútbol.
Por ejemplo, en béisbol ponen las reglas que incluso rompen la esencia del juego, los lanzadores están limitados por inning y “los finales” hasta ponen jugadores en las bases.
Los futbolistas dan el alma, juegan con todo el deseo, no importa las lesiones, ni el tiempo en cancha.
El baloncesto también es todo una odisea, los jugadores se desmontan del avión con una excusa pendeja, no solo en Estados Unidos, sino en todos los países, como es el caso de República Dominicana, que para que un jugador participe con la selección haya que hacerle una «misa» y darle lo que piden. Quizás sea la razón principal del éxito de la Copa el hecho de que los jugadores asumen como una distinción participar en el mismo en representación de sus países.