Bienvenido, primer ministro Lee Nak-yeon

Bienvenido, primer ministro Lee Nak-yeon

Desde ayer en la tarde se encuentra en el país, en visita oficial, el primer ministro de Corea del Sur, señor Lee Nak-Yeon. Damos la bienvenida a tan distinguido visitante, jefe de Gobierno de una de las naciones que mayores lecciones de progreso y excelente conducción ha dado al mundo. El señor Lee Nak-Yeon es un abogado que se dedicó al ejercicio del periodismo durante más de 20 años, posición desde la cual tomó el camino de la política partidaria, donde ha cosechado grandes éxitos. Se le valora como un sobresaliente hombre de Estado y como un hábil y paciente negociador. Para la República Dominicana es una distinción particular que el señor Lee Nak-Yeon nos haya incluido en su gira por varios países de América Latina. Con él y su amplia comitiva, la cual incluye a destacados empresarios, esperamos establecer nexos y acentuar vínculos de los que se deriven acciones positivas para nuestra economía y para nuestra organización gubernamental. La República de Corea del Sur es un ejemplo de voluntad y decisión para avanzar y dejar atrás los signos del atraso. Su camino hacia el progreso lo inició a principios de los años 50 y hoy es clasificada como una nación desarrollada, como una potencia tecnológica de primer orden y altos ingresos y como el séptimo país mejor educado del mundo. Tener entre nosotros a su primer ministro es un hecho que nos distingue. Bienvenido, pues, señor primer ministro de la República de Corea del Sur.

Los límites de la libertad

El Ministerio de Salud Pública acaba de anunciar que limitará a la presentación de una autorización médica, de una receta, la venta de estimulantes sexuales y de tres medicamentos. De seguro que una medida de esta naturaleza está precedida de una investigación sobre los efectos del consumo inconsulto de estos productos. Tenemos, pues, que aplaudir la medida anunciada por el Ministerio de Salud Pública. Estamos seguros, sin embargo, que esta medida no caerá bien en una buena parte de la población. No solo porque a los dominicanos nos complace la automedicación, sino porque somos enemigos de los límites. Esta es la cuestión. Somos cultores de una especie de libertad absoluta que se traduce, casi siempre, en desorden e irrespeto hacia el otro. El día que aprendamos a vivir con los límites que impone la libertad, ese día seremos felices.

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