En los últimos años un gran sector del liderazgo religioso está sufriendo de un vacío existencial o como yo le he llamado: Bifurcación existencial. Ellos promueven que Jesús es el Señor y que debemos ser Doulos, palabra en griego que significa esclavo, en este caso esclavos de Jesús. Ya no usamos la palabra esclavos, hoy hablamos de Siervos, queriendo expresar la idea de una persona humilde y que se somete a las reglas del Reino de Dios. Sin embargo, este no es el caso, este liderazgo no quiere ser ni Doulos, ni Siervo.
Están en una Bifurcación existencial.
El deseo de poseer poder, la necesidad en ser reconocido y la inseguridad económica nos pone en la balanza de seguir al César o a Jesús. Lamentablemente, la balanza del poder y la imagen del ego están teniendo más peso que el rol profético que deberíamos ejercer en esta bella, pero enferma sociedad.
Estoy notando que muchos líderes religiosos están abandonando el trabajo que el creador puso en sus manos, haciendo trueques con funciones más notorias, más visibles, más aplaudibles, como aquellas actividades que levantan más a la misma persona en vez de proyectar a aquel Cristo olvidado en el madero.
Estoy de acuerdo que como hijos de Dios y seguidor de Jesús debemos insertarnos en los tejidos de la sociedad, con el único fin de exaltar el carácter de Él y crear una sociedad más justa y equitativa.
Cuando veo el exceso de poder y no el servicio, cuando veo la lucha de poder en el liderazgo, cuando veo la falta de planificación en el contexto de la eternidad, cuando veo la proliferación de ministerios que usan al pobre como materia prima para generar dinero, cuando veo al líder religioso que no descansa y su agenda esta tan llena que no puede hacer lo que Jesús hacía: Retirarse con frecuencia, cuando veo que usa cada espacio para proyectar su persona, cuando veo que se convierte en redentor, cuando veo que ya el púlpito no es suficiente, entonces me hago la pregunta ¿Quién eres tú?. Porque una cosa es responder esta pregunta usando amuletos religiosos, pero cuando nos vemos frente a esta lluvia ácida que contiene y alimenta los valores de esta sociedad, que promueve el control, que incentiva el culto al cuerpo, que maximiza la cultura de la imagen, es aquí donde viene la lucha Existencial que se convierte en una Bifurcación llena de vacíos y aplausos que al final no satisfacen.
Este año 2016 promuevo, recomiendo o me atrevo a un liderazgo que sirva a los demás, promuevo un liderazgo que tome tiempo para descansar, un liderazgo que no use el poder como una plataforma de perpetuar intereses personales, un liderazgo que dialogue con otros sectores y credos diferentes al mío, un liderazgo que hable menos de Jesús y que viva como Jesús, un liderazgo que no busque prebendas del gobierno, un liderazgo que respete a nuestros vecinos haitianos, un liderazgo que vea al homosexual con ojos de misericordia y no de fobia, un liderazgo que ame a su nación y promueva el bien común, el imperio de la ley y gobierno no corrupto, un liderazgo que no le importe perder su reputación o status quo, un liderazgo que promueva el cuidado de nuestros recursos naturales, un liderazgo que esté por encima de Nelson Mandela, de Martin Luther King, por encima del Che Guevara, por encima de Francisco Alberto Caamaño, un liderazgo por encima de Mahatma Gandhi, por encima de aquel Gobernador y Pastor en la Era de Joaquín Balaguer: Luis María King Cordero, un liderazgo por encima de Agnes Gonxha Bojaxhiu (Madre Teresa), por encima del doctor Elías Santana, y por encima de Simón Bolívar.
Usé estos nombres, no porque son perfectos; los usé porque sirvieron con su ejemplo. En esta reflexión dirigida a un sector, intencionalmente no usé a Jesús como ejemplo, porque es como que Jesús no es suficiente para producir cambios y para llenar esta Bifurcación Existencial en estos líderes que se llaman Seguidores de Jesús. Concluyo diciendo, que este tipo de comportamiento también es corrupción.