Brisas: Amor, amistad

Brisas: Amor, amistad

Quiero dedicar esta columna a dos amigas, excelentes maestras, muy queridas, que este miércoles son investidas con el título de “Profesoras Meritísimas” de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Son ellas Nora Nivar y Ana Teresa Pereyra. Ambas pertenecen a la cátedra de Letras. La primera fue, además, vicerrectora de Extensión y la segunda me impartió docencia.

Ellas, junto a Cristina Díaz y a Yolanda Fernández de Perdomo (ya fallecida), también muy queridas, son autoras de varios textos de esa asignatura. Quiero felicitarlas por este merecido homenaje que se llevará a cabo a las once de la mañana, en el paraninfo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, edificio llamado “Nueva Universidad”.

Y ahora paso a hablar del amor y de la amistad, cuyo día celebramos. Son dos sentimientos que no son excluyentes, porque si somos amigos, amamos, y donde hay amor necesariamente hay amistad.

Estamos ávidos de amor. Por eso hay tanta intolerancia y violencia a nivel de los hogares, en la sociedad y en el mundo.

Es el amor lo que nos hace prudentes y nos lleva a pensar antes de actuar; porque ¡cuántas veces nos cegamos sin medir las consecuencias de lo que hacemos!

A veces por una cuestión leve se hace uso de un arma de fuego, o de otra índole, y como consecuencia de eso se mata a una persona, o se le deja con limitaciones; pero también ese comportamiento trae resentimientos en las personas agredidas, o en sus familiares, y genera tragedias que hasta se llevan de paso vidas inocentes.

La falta de amor, de comprensión y de tolerancia está generando mucha delincuencia en los jóvenes, porque es innegable que ellos se asocian a bandas buscando precisamente acogida y esa carencia está generando también tantas víctimas de la violencia intrafamiliar. Y es que tenemos que ser educados en este sentimiento. De modo que, aprovechamos el día de la amistad y de amor para abogar porque esos sentimientos se multipliquen y tengamos un mundo más habitable. ¡Felicidades a todos y a todas! Pero también, amemos a Dios, a nuestros padres y familiares, a los amigos y, en otras palabras, amemos al prójimo.

Una dimensión de este sentimiento la da san Pablo, cuando en su carta a los corintios dice: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que bronce que resuena o platillos que aturden”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas