Bush reitera derecho a ataques preventivos

Bush reitera derecho a ataques preventivos

Washington (EFE).- El Gobierno del presidente de EEUU, George W. Bush, reafirmó ayer su derecho a ordenar ataques preventivos a pesar de los errores en Irak, y señaló a Irán como “el principal desafío” para la seguridad del país.

La ausencia de armas de destrucción masiva en Irak no ha hecho mella en la doctrina de ataques preventivos, que el Gobierno reiteró en su “Estrategia Nacional de Seguridad”, divulgada ayer.

“Si es necesario, bajo los principios establecidos de autodefensa, no descartamos el uso de la fuerza antes de que ocurran ataques, aun si persiste la incertidumbre sobre el momento y el lugar del ataque del enemigo”, dice el documento de 49 páginas.

Pero si en 2002, cuando el Gobierno articuló esta doctrina, el punto de mira era Irak, esta vez el documento deja sobre aviso a Irán.

“Puede que no nos enfrentemos a otro desafío mayor por parte de un país que el que representa Irán”, afirma.

El documento, que supone la primera revisión de la estrategia de seguridad de EEUU desde la invasión a Irak, sostiene que el régimen iraní no ha negociado “de buena fe” con la comunidad internacional sobre su programa nuclear.

Y advierte: “El esfuerzo diplomático debe tener éxito para evitar una confrontación”.

Nicholas Burns, el subsecretario de Estado adjunto, afirmó hoy que desde la llegada al poder del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad el año pasado, “Irán parece encaminado y decidido a crear un programa de armas atómicas”.

El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, no quiso decir si su Gobierno estudia un ataque preventivo contra Irán.

“Intentamos resolver esto de forma diplomática con nuestros amigos y aliados”, señaló.

La “Estrategia Nacional de Seguridad” usa términos más suaves con respecto a Corea del Norte, que ha declarado que ya cuenta con armas atómicas, y no menciona la palabra “confrontación” respecto a Pyongyang.

No obstante, pone a ese país asiático en la lista de regímenes despóticos, junto con Siria, Cuba, Bielorrusia, Birmania (Myanmar) y Zimbabue.

El documento supone la continuación de la política exterior agresiva de EEUU, articulada por el anterior, publicado en septiembre de 2002, un año después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.

En ese momento, el gobierno de Bush abandonó la estrategia de contención y disuasión de sus enemigos que EEUU había usado durante décadas para defender su derecho a atacarlos cuando contara con información de que constituían una amenaza.

Así lo hizo en Irak, con el argumento de que tenía armas de destrucción masiva, y la ausencia de estos arsenales ha socavado la justificación de la doctrina de ataques preventivos, según sus críticos.

Al contrario de lo que mantiene el Gobierno, Larry Korb, un experto del Centro de Progreso de EEUU, asociado al Partido Demócrata, afirmó que la guerra preventiva es un concepto “revolucionario” que no forma parte de la tradición de este país.

No obstante, el Gobierno no ha cambiado su argumento. “Cuando las consecuencias de un ataque con armas de destrucción masiva son potencialmente tan devastadoras, no podemos quedarnos quietos mientras se materializan peligros graves”, afirma el documento.

La “Estrategia Nacional de Seguridad”, que coloca la promoción de la democracia como el eje fundamental de la política exterior de EEUU, comienza con una declaración de idealismo.

“La política de Estados Unidos es buscar y apoyar a los movimientos e instituciones democráticas en toda nación y cultura con el objetivo final de acabar con la tiranía en el mundo”, añade.

En el documento, EEUU se compromete a aplicar sanciones contra regímenes “represivos”, así como a apoyar a las fuerzas reformistas y dar ayuda económica a la sociedad civil.

Reconoce que realizar elecciones “no es suficiente” y en este sentido, adopta una posición más dura respecto a Rusia que la del documento de 2002, publicado un año después de que Bush dijera que había visto el “alma” del presidente Vladimir Putin y había concluido que era un hombre en el que podía confiar.

Desde entonces, las relaciones se han enfriado y el Gobierno de EEUU advierte de que “tendencias recientes desgraciadamente apuntan hacia una reducción del compromiso con las libertades e instituciones democráticas”. 

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