El Ministerio de Medio Ambiente debería adquirir un helicóptero, o conseguir que le faciliten uno, para utilizarlo de manera permanente en labores de vigilancia, un cambio de perspectiva que le permitiría tener mayor control de nuestros recursos naturales y, sobre todo, de los daños causados por la mano depredadora del hombre. Lo digo porque solo después de que este diario publicó una fotografía aérea de San Cristóbal, mostrando la devastación provocada por las granceras en las áreas cercanas a los ríos de la zona, se decidió a suspender la extracción de agregados del río Haina, decisión que calificó de provisional en un comunicado en el que también explicó que las autoridades están en un proceso de evaluación de las actividades que se desarrollan en la fuente hidrográfica. Pero no hay porqué hacerse ilusiones. El carácter de provisional que se le dio a la medida simplemente quiere decir que, transcurrido un tiempo que se utilizará mas para permitir que el tema se enfríe en la opinión pública que en buscar alternativas para obtener materiales de construcción menos dañinas para esas cuencas hidrográficas, se volverá a permitir su extracción, y la excusa será, aunque no se atrevan a decirlo en voz alta, que no se puede detener una industria tan dinámica e importante como la de la construcción, mucho menos si el principal constructor es el propio gobierno. Si me adelanté a los acontecimientos es porque se trata de una situación que he visto repetirse tantas veces a lo largo de los años que ya me aprendí el final, que también será el final –es tan solo cuestión de tiempo– de los ríos que son sometidos a una explotación feroz y sin ningún control. De todas maneras insisto en que Medio Ambiente necesita un helicóptero, pues así no tendrá que esperar que sean otros (como este diario) que le muestren lo que está ocurriendo con nuestros recursos naturales ni tendrá una excusa para alegar ignorancia.