Canelo, sin faja mundial, pero con mucha credibilidad

Canelo, sin faja mundial, pero con mucha credibilidad

Año y medio después de que renunció a un título a fin de evitar una pelea, el mexicano Saúl «Canelo» Álvarez todavía no tiene otra corona. Pero 2017 fue para el púgil mexicano el año en que ganó algo más importante: credibilidad.
Álvarez no solo accedió por fin a pelear contra Gennady Golovkin. Protagonizaron un combate intenso y temerario, probablemente el mejor de un año que se avizoraba tan desafiante para la popularidad del boxeo que hasta desembocó en el rocambolesco espectáculo protagonizado por Floyd Mayweather Jr., salido del retiro, frente a Connor McGregor, astro de las artes marciales mixtas, el deporte que verdaderamente roba el corazón de las nuevas generaciones.
La victoria de Mayweather fue el final esperado de un circo mediático. La batalla Álvarez-Golovkin satisfizo a distintos públicos, que quieren más.
«Dimos al boxeo lo que necesitaba, una gran pelea», proclamó Álvarez en la noche de su consagración que, paradójicamente, no le redituó cetro alguno, tras el empate dictaminado por los jueces, el cual reflejó fielmente lo ocurrido en el cuadrilátero de la T-Mobile Arena en Las Vegas. Esa noche, ninguno rehuyó el intercambio de puñetazos, algunos de los cuales fueron tan potentes que habrían noqueado a muchos otros.

La única polémica en la equilibrada contienda surgió a raíz de la tarjeta de la jueza Adalaide Byrd, quien dio 118-110 a favor de Álvarez, un margen a todas luces exagerado. La pelea generó millón y medio de compras por parte de televidentes en HBO mediante la modalidad de pago por ver. El kazajo conservó sus cinturones de los medianos por la Asociación Mundial, la Federación Internacional y el Consejo Mundial de Boxeo (AMB, FIB y CMB). Ese último fue el que Álvarez perdió en mayo de 2016, tras negarse a enfrentar a Golovkin. Quizás aquella decisión fue errónea: Álvarez enfrentó todo tipo de críticas por parte de quienes lo consideraron un mero producto mediático, sin talento boxístico ni disposición real para medirse a los grandes.

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