Jerry Crasnick
espn.
PEORIA, Arizona.
Robinson Canó está en su tercer entrenamiento de primavera con los Marineros de Seattle a la espera de que llegue la serenidad del día inaugural.
Hace dos años, después que Canó firmó por 10 años y $ 240 millones, y se mudó de Nueva York, el exentrenador de bateo de los Yankees de Nueva York Kevin Long dio una entrevista en la que lamentó la tendencia de Canó a trotar cuando conecta rodados. El manager de Seattle, Lloyd McClendon, respondió y un alboroto estalló a través del país.
Esta primavera, Canó llegó al Peoria Sports Complex y respondió sobre una entrevista de radio fuera de temporada en la que el exentrenador de los Marineros Andy Van Slyke habló en tono brusco de él.
Cuando Van Slyke no estaba culpando a Canó por provocar los despidos de McClendon, el entrenador de bateo Howard Johnson y el gerente general Jack Zduriencik, observaron que Canó «no podía conducir a casa a Miss Daisy si lo intentaba».
Después de violar el credo de que «lo que ocurre en el clubhouse, se queda en el clubhouse», a Van Slyke podría costarle en el corto plazo volver a actuar como coach en las Grandes Ligas. Pero si su trabajo de descrédito motiva más a Canó a recuperar su estatus como candidato a JMV y preeminente segunda base del juego, su polémica evaluación habrá servido a un propósito.
Durante 11 temporadas de Grandes Ligas, Canó no tiene que disculparse por mucho. Él ocupa el número 22 entre las segundas bases de MLB con 2.015 hits, y él está a punto de pasar a Bill Mazeroski, Bobby Doerr y otros en su camino hacia el puesto 16 para el final de la temporada. El año pasado, se unió a Jeff Kent, Dan Uggla, Craig Biggio, Joe Gordon, Rogers Hornsby, Bret Boone y Ryne Sandberg como la octava segunda base en batear 20 o más cuadrangulares al menos seis veces.
A no ser que Canó simplemente olvide cómo batear a los 33 años y caiga totalmente, él parece tener amarrado su camino para Cooperstown.
Para Robinson Canó, el fallecimiento de su abuelo fue un durísimo golpe que se reflejó en su rendimiento. AP Photo/Alex Gallardo
Una reflexión sobre la temporada de 2015 confirma que Canó tiene estándares más altos que la mayoría. Lideró a los segundas base con 79 carreras impulsadas y fue segundo, detrás de Brian Dozier de Minnesota, con 21 jonrones el año pasado, mientras que clasificó quinto lugar en OPS (.779) y séptimo en carreras anotadas (82), dobles (34) y victorias por encima del reemplazo (3.4) en la posición. Pero su temporada se consideró generalmente como una gran decepción.