“Cascanueces” lo más bello de la Navidad

“Cascanueces” lo más bello de la Navidad

El ballet “Cascanueces” en nuestro país tiene un referente indiscutible, Carlos Veitía. Son muchas las versiones que ha llevado a escena, y cuando en el cuatrienio 2000-2004 durante nuestra dirección en el Teatro Nacional, fue presentado cada año, se constituyó en la más bella tradición de Navidad.
Cascanueces ha estado fuera de nuestro magno escenario por siete años, hoy regresa en una producción de Ballet Concierto de la mano de Veitía, y vuelve la magia de este clásico tradicional.
Basado en el cuento de Ernest Amadeus Hoffmann, “El Cascanueces y el Rey de los ratones”, el ballet fue estrenado en el Teatro Mariinski de San Petersburgo en diciembre de 1892, constituyéndose en una de las obras maestras de la danza clásica, por su música, de las más hermosas de Tchaikovski para ballet, la coreografía de Lev Ivanov y el libreto de Petipa.
El ballet ha tenido infinidad de versiones, pero la esencia de la fábula, con sus personajes fantásticos y su mundo irreal, permanecen, propician la creatividad danzaría. Carlos Veitía en esta nueva entrega pone de manifiesto su talento e ingenio para crear con bailarines, en su mayoría no profesionales, la belleza del movimiento, además integra a su propuesta invitados del Ballet Nacional, del Portland Ballet de Oregón y de la Academia Ballet Studio.
Con la fiesta en la casa de los Silverhauss inicia el primer acto, la hermosa escenografía, creada por Angela Bernal, recrea la estancia. La protagonista, la jovencita “Clara”, tiene una excelente intérprete: Lya Aimée Gómez, proyectando la liviandad del personaje con sutileza y buena técnica. Su hermanito “Fritz”, se roba la escena con sus travesuras, Javier Wilson es hoy una verdadera promesa del arte escénico –danza-teatro, y junto al abuelo encarnado por Bryand Veitía, desbordante de histrionismo, logran momentos de entrañable hilaridad.
La llegada de Drosselmeyer sorprende a los invitados y a los espectadores, y es que este personaje enigmático con su capa al viento, es tradicionalmente un hombre maduro, a veces viejo, este por el contrario, además de joven, es apuesto; Marcos Rodríguez asume el personaje liberándolo un poco, del misterio propio del evocador de magias, sin perder su esencia.
Todos bailan, invitados y anfitriones, pero una figura no pasa desapercibida, es la abuela, Silvia Crespo, que impone su estirpe de primera ballerina. Las amigas de Clara elaboran una bella danza, ellas son: Victoria Marte, Lillyana Pérez, Karla Nicole Pérez, María Paola Ruiz, Gabriela Herrera, Evita Macunite, María Alessia Giglio, Natasha Piñeyro, Amelia Melo y Ana Isabel Hernández.
El encantador Drosselmeyer trae regalos a Clara, un “Cascanueces”, que es la envidia de Fritz, y los muñecos Colombina y Arlequín, personajes de la Comedia del Arte, interpretados por Diana Marte y Noel Contreras. Termina la fiesta. Clara con su Cascanueces duerme y sueña; la estancia se transforma, el árbol crece, se agiganta, las luces de Bienvenido Miranda, dan el toque mágico a la encantadora escena.
La batalla entre ratones y soldados es efectista. El Cascanueces convertido en príncipe, acompaña a Clara en su periplo onírico. Sander Robert, de buen porte y técnica, da vida al Cascanueces vencedor. En la escena de los copos de nieve, Veitía introduce sin que esto sea una novedad, bailarines masculinos. La escenografía consigue el efecto del bosque nevado, aunque extrañamos la nevada. Este segmento estuvo a cargo del Ballet Nacional.
El divertimento del segundo acto abre con el coro de los ángeles, cuyos desplazamientos en vuelo rasante dan una sensación de plasticidad, siendo una de las escenas mejor logradas. La danza española a cargo de Patricia De León y Luis Pérez, lució espléndida. Lauren Kness y Henry F. Winslow, invitados del Portland Ballet de Oregón, ejecutan una sutil danza árabe. Diana C. Marte, Jefrey Aybar y Luis Abreu, con gracia interpretan “El té de la China”. Las proezas propias del Trepak Ruso, son alcanzadas por Joel Rodríguez, Luis Pérez y Noel Contreras. Invitados de Ballet Studio, los bailarines Eliosmayquer Orozco, Vera Gómez y Patricia Cedeño, bailan con buen desempeño, “Mazapán”.
La entrada de “Mother Ginger” con su enorme vestimenta y su prole, encanta. Uno de los momentos más emblemáticos es el bellísimo “Vals de las flores”. La coreografía, consigue el lucimiento del grupo, destacando la figura de la “Gota de Rocío”, bellamente asumida por una hermosa bailarina de elegante porte: Esmeralda Columna. El gran “pas de deux” del Hada del Azúcar, es el punto culminante de este ballet. Lisbell Piedra y Maykel Acosta, destacan por su técnica, decantada en las variaciones. La “Coda” reúne a todos los participantes en un mágico final.

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