Caso Cerrado

Caso Cerrado

Se ha perdido o se está perdiendo la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo (estoy citando de memoria) decía, como parte de un comentario sobre la tentación (tema del Evangelio del pasado domingo) el Padre Granillo en Radio Paz.
Yo, ciertamente, nunca veo ese Caso Cerrado. Ni veo ninguna Telenovela. Pero sí, lascas de todos esos programas pasan por mi vista cuando sintonizo los noticieros. Y eso ya es algo difícil de evitar.
En los últimos tiempos son Los Coyotes y mujeres al frente de grupos de delincuentes. Iba a decir y de Maras Salvatruchas. Pero no, todavía no se les ha ocurrido.
Escenas de crueldad, sadismo, odio. Y, por supuesto, escenas de una sexualidad casi pornográfica.
Y lo peor de esto: escenas vividas o así presentadas, por actrices y actores de muy atrayente garbo y belleza. Y todos conocemos el penetrante efecto de lo perverso presentado con el manto de la juventud y la belleza.
Yo, muchas veces tengo que preguntarme acerca de la buena gente, la “ingenua gente” que consume estos productos de la TV. Si debo tener una especial precaución con ellos. Cuidarme de ellos.
O si al contrario, debo tratarlos con una singular compasión.
En Caso Cerrado y programas semejantes, no aparecen con frecuencia artistas con garbo y belleza como en las telenovelas. No, la naturaleza y el negocio de estas farsas no posibilita estos adelantos.
En cambio, lo generalmente improvisado de la trama, tiene por lo regular cierto encanto.
Entiendo que, en gran parte, esta programación de los canales hispanos sigue el rumbo de unos malos canales anglos.
Unos y otros “disfrutan” de lo políticamente correcto en cuanto a libertades en los medios de comunicación. Y, por supuesto, exageran.
Pienso que en cualquier momento pueden tener una sorpresa.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas