Cat Stevens al fondo de todas las tardes

Cat Stevens al fondo de todas las tardes

POR MIGUEL D. MENA
Cuando la ciudad se esté incendiando tomaré todas las precauciones para salvar «Tea For The Tillerman».
No es fácil gustar de algo creado en el año más duro de la vida.
En 1970 mi padre moría entre balas detrás de un mostrador de una farmacia en San Carlos.

En 1970 Jimi Hendrix y Jannis Joplin también morían uno detrás de otro.

Es lógico que en 1970 no podía oír a Cat Stevens. El milagro se produjo años después en alguna azotea o balcón de Ciudad Nueva. El milagro siguió rodando porque ya Cat Stevens era la columna vertebral de muchas amistades y referencia a la hora del trago o la evocación de es que nos hace iguales a las nubes y nos desenrreda tanto que la levitación seguirá por buen tiempo.

Es curioso pensar cómo «Where Do the Children Play?» como tema fue copiado textualmente por Maná y sin hacer  la más mínima mención. Estamos enfrentados al tema de la infancia y su espacio. En tiempos de grandes condominios y de pragmatismo capitalista a la hora del diseño la pregunta se orientará a las prioridades que tendrá lo lúdico para los más pequeños.

«Hard Headed Woman» es una canción para tenerla en cualquier mp3 o i=pod que se respete.

Si  «Wild World» suena en alguna vellonera de Cristo Rey tendremos que llevar salvavidas y no pararnos en ninguna esquina de la Ovando o María Montez. El mundo es salvaje. Sólo el amor salva. La tristeza también cabe en la mochila. No hay que exagerar con sacarla y que cualquier se la ponga. Bastaría sólo espera que salga cualquier chispito de sol.

«Sad Lisa» es un baño de consuelo.

«Miles from Nowhere» es una plegaria bien gospel. No hay que esperar los cinco minutos antes de la llegada de Crist para arrepentirse y comenzar a repartir abrazos.

«But I Might Die Tonight» es la mejor excusa para salir al balcón o al patio o a la acera. Es la mejor razón para no seguir frente a la pecera de Eduardo Logroño ni esperar que Eric Raful abra alguna ventana por Manresa después de Red Beach. Es un motivo para pensar en los tiempos en que G. C. Manual todavía hablaba de Deitaro Suzuki con una pasión inversamente proporcional a la mía con mis costillas.

«I dont want to work away
Doing just what they all say
Work hard boy and youll find
One day youll have a job like mine»

Con «Longer Boats» no hay remedio. La efervescencia es insular. Cat Stevens no había pasado por Jamaica ni por la tuberculosis pero ya alegría de palmas estaba sulfurando sus textos.

«Into White» debería estar incluido en todos los manuales de urbanismo. Una pared no se construye sólo con cemento y ladrillos sino también con el viento y el sol que la debe circundar. Todo debería ir al blanco. En cada vivienda debería haber un rincón dedicado a la nada. Debería existir una línea zen diciendo que dentro de cada pared debería ver o localizar puentes para luego hacer de cada límite de la casa el centro de  un espacio mayor conduciendo a la gran armonía universal.

De «On The Road To Find Out» no hay que hacer gran comentario. Es el tema más largo del disco.  También es el más gatuno. ¡Honor eterno al Gato Stevens!

Casi acabando tenemos «Father & Son». «Mírame, estoy viejo pero contento».

Me imagino un día nacional de los abrazos con «Father & Son» sonando a la entrada del Conde y en todos los semáforos del Polígono Central. El país reconciliándose. Los padres asumiendo que se es padre hasta un momento y que después  todos seremos amigos.

Y así concluye un viaje por este té para The Tillerman. No hay que hablar de finales. Aquí no hay puntos que puedan hacer concluirnos en ninguno.

En 1970 Cat Stevens lo cantó todo con su segundo álbum.

Antes de que Juan Luis Guerra confesase su encuentro en el camino a Damasco y mucho antes de que el mismo Cat fuese Yusuf Islam, en «Tea For The Tillerman» ya tenemos una de esas puertas que nos conducirán a todos los caminos de la bondad.

En la azotea de Johnny Bonnelly me di cuenta que Cat Stevens y yo nacimos un 21 de julio: el Cat en 1948 y yo en 1961. Desde entonces sé que ambos estaremos compartiendo algunos abrazos y bizcochos.

¡Salud a todos los que oyen y también no oyen a Cat Stevens!

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