La Comisión Europea dejaba claro el viernes pasado que discrepaba en la forma en la que España había preparado y presentado la reforma fiscal.
La discrepancia no se refería solo al «cómo», sino también al «qué»: los técnicos de Olli Rehn creen que a la propuesta del Gobierno le faltan detalles por definir, ignora las recomendaciones de subir impuestos indirectos como el IVA y pone en peligro el cumplimiento de los objetivos de déficit.
España se ha comprometido con la Unión Europea a situar el déficit de 2014 en el 5,8% del PIB; el del 2015, en el 4,2% y el de 2016, en el 2,8%. Mariano Rajoy no había explicado la reforma de manera convincente.