Cedulación: una barbaridad

Cedulación: una barbaridad

Si fuera el año 1962 o 1978, se entendería que la población dominicana adulta fuera sometida a un proceso nacional de cedulación en un período determinado de tiempo. En 1962 se organizaron las primeras elecciones democráticas después de la dictadura de Trujillo, y en 1978 terminó la semi-dictadura de Joaquín Balaguer. En el año 2014 habían transcurrido 36 años de la transición política de 1978.

A pesar de los altibajos, desde 1978, las elecciones dominicanas han sido más o menos competitivas; y desde entonces, han pasado por el gobierno los tres partidos principales del sistema político dominicano: PRD, PRSC y PLD. Es decir, la democracia electoral dominicana no es nueva ni novata.

Por eso, hace mucho tiempo que la Junta Central Electoral (JCE) debió emitir cédulas de larga duración, y que cada quien la renueve en relación con su fecha de nacimiento para evitar las aglomeraciones que vimos en el 2014 y en los primeros días de 2015.

Pero siempre ha sido más rentable para la JCE tener grandes presupuestos y gastar dinero del fisco en una cedulación general cada cierto tiempo.

Para justificar el gasto en esta ocasión se ha planteado que la nueva cédula será más segura. Entonces, si es así, ¿por qué tiene una duración de sólo 10 años?

La cédula no es una licencia de conducir que requiere revisar la visión de los conductores cada cierto tiempo y pagar impuestos. La cédula es un documento de identidad personal gratuito requerido a nivel nacional para múltiples transacciones civiles, políticas y económicas. Su gratuidad debería ser razón suficiente para que su duración sea larga y no se someta toda la población a un tedioso proceso de renovación en un período de tiempo limitado.

En los últimos meses, además de la pérdida de horas laborables por el azote de la chikungunya, la población dominicana ha estado sometida a largas filas y esperas para poder sacar la nueva cédula. Antes de las siete de la mañana ha sido común ver largas filas en muchos centros de cedulación.

Por experiencia propia y de personas que conozco, el tiempo mínimo requerido para obtener la nueva cédula ha sido unas tres horas, pero en muchos casos ha sido todo el día. Para comprobación, sugiero a los lectores que contabilicen el tiempo que pasaron para obtener su nueva cédula, y también pregunten a personas conocidas el tiempo que les tomó. Eso servirá de comprobación.

Es cierto que muchos dominicanos dejan para última hora la obtención de documentos, pero esa no es la única razón para las grandes filas. Quienes obtuvieron la cédula en mayo o junio de 2014 también pasaron largas horas esperando.

Someter toda la población dominicana a este proceso cada cinco, diez o quince años es totalmente innecesario. La primera emisión de una cédula puede tener expiración de 10 años para personas que ingresan por primera vez al sistema al cumplir 16 o 18 años, pero luego debe ser un documento permanente que no necesite renovación a menos que se deteriore, se pierda, se cambie de estatus, o se produzca un cambio tecnológico tan significativo que amerite un proceso de cedulación nuevo a nivel nacional.

Si los documentos se emitieran de manera fehaciente, si el registro civil estuviera ya totalmente digitalizado, si existiera menos suspicacia de fraude en este país, y si las instituciones gubernamentales no fueran adictas a gastar dinero del pueblo alegremente, la población no tuviera que ser sometida a este tedioso proceso de cedulación. Se evitaría pérdida de tiempo y de dinero.

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