El establecimiento de los Centros de Atención Primaria para dar cumplimiento a la Ley 87/01 de seguridad deberá, en algún momento, entrar en vigencia como puerta lógica y natural de entrada al sistema de salud en la República Dominicana.
El Consejo Nacional de la Seguridad Social ha emitido recientemente una resolución que a más tardar febrero del año 2012 se iniciará el nuevo orden, como dicta la ley. Esta decisión ha generado reacciones en la que varios actores del sistema han expresado su desacuerdo mientras que otros la aplauden.
Ahora bien, esta política sanitaria realmente ha quedado pendiente en los gobiernos de turno desde hace 31 años, después de la Declaración de Alma Ata, donde la mayoría de los países, entre ellos la RD se comprometieron y asumían la atención primaria como nivel primordial de atención para modificar los indicadores de salud mayormente en los países en vías de desarrollo.
El país, para el régimen subsidiado, ha avanzado bastante pero aún hay puntos pendientes que deberán ser resueltos en la red pública. Las Unidades de Atención Primaria, identificadas por el ministerio como UNAP se encuentran distribuidas en toda la geografía nacional. Estas funcionan y desarrollan mal que bien con un enfoque muy elemental centradas más en un actividad de corte salubrista.
Además de su incapacidad para resolver problemas menores de salud, funcionan descentralizadas y totalmente desarticuladas y sin ningún tipo de conexión con los centros de salud de segundo y tercer nivel.
No hay un mecanismo de referencia y contra referencia; además no es eficiente trabajar con un pasante, una enfermera y un promotor, ya que su nivel resolutivo es precario para resolver el 80% de los problemas de salud que se presenten a los que pertenecen al régimen subsidiado.
En el régimen contributivo es diferente, pero no menos preocupante. Son muy pocos los centros de salud que han sido estructurados para accionar en el primer nivel, tanto así que la SISALRIL dudo que esté lista suministrar a la población un listado satisfactorio señalando dónde están los centros que operarán bajo esa nueva modalidad.
Otro factor a tomar en cuenta es que los Centros de Atención Primaria que operan en el sector público y en el régimen subsidiado, será difícil movilizar a los usuarios del contributivo hacia esas instalaciones. El perfil socio-económico y aspectos propios de nuestra cultura, así como las fuentes de financiamiento de estas dos poblaciones, son diferentes.
Es indispensable el recurso humano con las competencias para interactuar en el primer nivel. Se ha definido al Médico Familia, pero apenas tenemos unos 500 registrados en el país.
Considero que se debe, para evitar amanecer el primero de febrero en un caos, iniciar el proceso primero con un periodo de planificación, con lo cual se podrán definir e identificar los escenarios donde se llevaría a cabo la atención de primer nivel.
Se hace inminente la implementación de los protocolos de atención, guía en la cual se defina con aproximación qué hacer en el primer nivel y qué debe subir o ser transferido al especialista.
Los protocolos de atención, los cuales aún no han sido implementados en red privada, han sido siempre la pieza clave para controlar el sistema y sus costos y será fundamental para operar en los Centros de Atención Primaria, ya que debe definir el marco de acción del médico tratante en ese nivel. Es no existe aún.
Definitivamente, hay mucho trabajo por delante para poder alcanzar este objetivo y que no se convierta en un obstáculo más que obligue a los ciudadanos a migrar a un sistema alterno conocido como planes complementarios, que permitirían saltar al especialista sin pasar por la atención primaria, con lo cual se encarecería la atención a los dominicanos más de lo que está.
Esperemos que la implementación de una atención primaria deficiente, desorganizada y sin capacidad resolutiva no produzca, entre otras cosas, un impacto negativo en nuestros indicadores de salud, como podría ser el incremento de la mortalidad maternal, mortalidad infantil, mortalidad por cáncer, mortalidad por enfermedad cardiovascular y enfermedades crónicas.
Ojalá los centros de atención primaria no sean una caja de pandoras.