Cero distracciones

Cero distracciones

César Pérez

Este país vive el momento que muchos esperábamos: el de un sacudión de la modorra y expresar en diversos espacios y medios su hartazgo contra la estructura de corrupción e impunidad que sostiene este gobierno, a quien lo preside, a su partido y a otros sectores de la clase política. Sin embargo, importantes acontecimientos internacionales podrían provocar un natural y comprensible interés en todo el país, desviando su atención sobre lo que es fundamental: aprovechar el momento de sacudión que encarna la Marea Verde. Se puede tomar partida en los acontecimientos mundiales que por ser tales nos conciernen, pero al hacerlo no se puede aflojar en la lucha, pues eso podría ser el balón de oxígeno que tanto necesita el grupo en el poder.
Los cuestionados bombardeos de los Estados Unidos contra la población siria, las amenazas a Corea del Norte o sus declaraciones contra el gobierno venezolano, son cuestiones importantes, nos conciernen; pero debe evitarse caer en la histeria y confusión colectiva de algunos sectores que desde sus particulares perspectivas condenan esas acciones. Debe evitarse el error de creer que Putin, China e Irán, constituyen un “frente anti imperialista”. Putin, y Trump, a quien apoyó en las elecciones en que éste fue elegido presidente, son referencias y apoyo de la ultraderecha nazi/fascista europea, el régimen chino, represivo y explotador de su pueblo y el gobierno de Irán, aunque no explotador, igualmente represivo, pueden construir un frente oportunistamente antinorteamericano, pero nunca anti imperialista, que no es lo mismo.
Venezuela tiene un gobierno que es una vergüenza para toda persona realmente de izquierda, incompetente, corrosivo y represivo es un verdadero lastre para la izquierda de esta región y de todo el mundo. Una cosa es condenar las acciones militares contra los pueblos de Siria, Corea del Norte y de Venezuela o contra cualquier país del mundo, y otra es defender regímenes negadores de los valores esenciales de la democracia. Eso no es propio de nadie con sensibilidad realmente democrática, sobre todo cuanto se tiene ante sí, la tarea de impulsar una iniciativa política del calado de la Marea Verde. Distraerse, discutiendo sobre los referidos hechos, es lo que lo querrían sus eventuales víctimas, el eventual victimario y el presidente de nuestro país y sus bocinas.
La Marea Verde amenaza con llevarse de encuentro un sistema de corrupción e impunidad que sostiene no solamente al partido oficial, sino también a importantes sectores que se le oponen. Esta Marea tiene potencial para resquebrajar irremediablemente un sistema que ha escogido esa canalla política, esos depredadores del erario, erigidos en la nefasta mayoría que controla el Congreso, los municipios, distritos municipales y las instituciones claves del Estado. La Marea Verde constituye la mejor oportunidad que hemos tenido en las últimas tres o cuatro décadas para cambiar este sistema; ampliarla es la más rentable actividad política del momento.
Finalmente, luchar por ampliar la Marea no es contradictorio con la exigencia de modificación del sistema electoral y de partidos. Esta coyuntura de debilidad del grupo en el poder es el mejor momento para hacer demandas con posibilidades de éxitos. Es momento de hacer política con todo lo que eso significa, pero con cero distracciones.

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