Cielo naranja
Los presos de la memoria

<STRONG>Cielo naranja<BR></STRONG>Los presos de la memoria

El primer decenio del siglo XXI  está a ley de pocos meses para concluir y me pregunto por las espirales del siglo XX todavía tan pesantes: la de sus héroes, acciones, mensajes, sombras.

Una parte siempre creciente de las noticias que despide la Isla nos orienta a narraciones de héroes y heroísmos, de consignas y objetos que hay que levantar: con sudor, orgullo, deber, deuda y veintiún cañonazos.

Los días pasan y en cada mes habrá razones para las marchas. Una bandera se despliega, alguien deposita un arreglo florar en el Altar, la voz inclemente del divino maestro Osvaldo Cepeda nos recuerda las gloriosas  descargas, la patria en vilo, la mirada fija, el gesto irredento, el puño crispado, mientras al final las secretarias llamarán por el celular para que las yipetas pasen y cuidado con los tapones y si el aire está apagado.

El dominicano sufre un exceso de memoria. Son muchísimos los nombres en el disco duro. La memoria no alcanza para situar a tanta gente en su lugar. Hay día para cada cosa y para cada figura. Las ciudades se forran de estatuas. Tras cada acción histórica aparecerá el chorro de funcionarios y la banderita en la solapa.

La memoria de la historia dominicana es sin embargo difusa, muchas veces acomodaticia por no decir falsa o falseada. Hay tesis que a pesar de sus alcances se quedaron ahí, en simples intentos de decir y ser en la verdad. ¿Alguien recuerda las propuestas de Juan Isidro Jimenes Grullón sobre la invención de la fórmula “Padres de la Patria”? ¿Será posible recordar lo publicado por una autoridad como la de Emilio Rodríguez Demorizi relativo a la última voluntad de Francisco del Rosario Sánchez? ¿Quién se refiere a los entresijos de la Guerra de abril referidos por José A. Moreno? ¿Hablar de los factores que condujeron al fracaso de dos de las figuras más preclaras de la segunda mitad del siglo XX, Manolo Tavárez Justo y Francisco Caamaño Deñó? ¿Cuál es la verdad de los ajusticiadores de Trujillo? ¿Por qué en la sociedad dominicana desde 1961 hasta la fecha ha sido imposible vincular conocimiento de la historia y justicia? Las preguntar podrían seguir y más que cuadriplicar las 500 palabras que se me conceden en Areíto.

Hay instituciones capaces de acopiar la verdad –como la Academia Dominicana de la Historia y la UASD-, pero el enmarañamiento de nuestra sociedad civil ya no les concede autoridad a las mismas para convertirse en paradigmas de discursos ni de verdad. La resultante es grave: el pasado se conoce a partir de sus heroísmos pero  no  en la complejidad de sus espirales ni pensando en democracia. Nuestros historiadores cuentan los hechos, los cientistas sociales  -si es que llegan a Foucault y Deleuze- edificarán los mejores andamios, pero entre ambos no habrá puentes visibles: ningún trabajo multidisciplinario.

¿Y de la población normal, quién habla? ¿Será posible vivir en lo actual? ¿Sombras nada más entre tu vida y mi vida?

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