Clamando en el desierto

Clamando en el desierto

Claudio Acosta

El padre Luis Rosario lleva 30 años clamando en el desierto, pues no hay otra manera de describir sus esfuerzos, hasta ahora infructuosos,  por convencer a las autoridades de crear las condiciones para que  en el país se produzca un desarme de la población. Demás está decir, porque está a la vista de todos, que sobran motivos y razones para explicar el empeño puesto por el sacerdote para  evitar que nos sigamos matando los unos a los otros por cualquier quítame esta paja, o que los delincuentes continúen sembrando  el terror gracias   la facilidad conque consiguen un arma de fuego, que hasta  pueden alquilar por horas. Y como el Coodinador de la Pastoral Juvenil es coherente y práctico, como todo buen sacerdote, quiere aprovechar que estamos en campaña electoral para exhortar a los candidatos  de todos los partidos a que presten atención al tema de las armas de fuego, al luto y al dolor que están llevado a la familia dominicana, pues hasta ahora –dice– solo han tomado en cuenta la parte económica y organizativa del Estado, sin mostrar ningún interés  por el tema de los valores. “Aquí nadie ha hablado  en sentido de la vida, el aborto, la familia, que son tabúes en general para los candidatos”,  se quejó. ¿Tiene razón el sacerdote? Sea usted, querido lector, el jurado,      y si lo cree necesario actúe en consecuencia  a la hora de elegir por quien votar el próximo 15 de mayo. De mi parte solo me resta expresarle  desde aquí mi respeto y admiración al padre Luis Rosario  por su inspiradora  perseverancia, que ya cumple las tres décadas y sigue como el primer guandul, pero sobre todo por su fe inquebrantable, de la que seguro extraerá las fuerzas y la voluntad necesarias  para continuar clamando  en el desierto hasta que su voz sea por fin escuchada.

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