Coctelera

Coctelera

Magino querido, tengo para decirle que hemos recibido noticias de fuentes generalmente bien informadas, como suelen decir los periódicos, de que el país será objeto de minuciosas investigaciones para establecer la veracidad de hechos “históricos” que hoy confunden a más gente que el carajo.

No se trata de la vainita esa de si los restos del Almirante Descubridor se encuentran depositados en el Faro aquel o en la Catedral de Sevilla. Eso, al parecer, ya no tiene importancia alguna, aún cuando insistimos que el gobierno debe entregar los restos que están aquí a los españoles de Sevilla. Eso permitiría, entonces, dedicar el Faro al maestro Carlos Gardel y estamos seguros que los países de habla hispana de este continente colaborarán con alguito…  Ahora nos dicen que en  Londres, donde todo lo raro aparece, se forma un grupo de investigadores que tratará de venir al país para estudiar las distintas cuevas que existen, especialmente en las costas, pues se presume que en una de esas cuevas habitó Alí Babá con sus cuarenta ladrones. Esos investigadores entienden que se ha estado engañando a la humanidad, durante milenios, con el cuentazo ese de que el personaje de “Las Mil y una Noches” hacía todas sus cositas en Oriente. Los investigadores ingleses consideran que el hecho de que cacos locales sustrajeran nada menos que campanas de templos católicos constituye un elemento de juicio muy necesario para establecer el origen de Alí Babá…  Creen, los ingleses, que si Tres Patines, cuando robaba menudo le echaba agua al recipiente en que colocaba las monedas, para que éstas no sonaran, quienes hurtaron las campanas deben haber recurrido a métodos científicos para evitar los sonidos, independientemente del uso de medios de transporte muy sofisticados, para llevar las dichosas campanas a fundiciones que se encargaran de “trabajar” el bronce…  Los ingleses entienden que los estudios minuciosos que se realicen en las cuevas podrían establecer, asimismo, el origen del respaldo que pudo haber logrado Alí Babá en el sector público para la realización impune de sus proezas. Por eso se preparan para someter a las pruebas del Carbono 14 muchas inscripciones y figuras que aparecen en las paredes de las cuevas. A ésto se le concede capital importancia, pues los investigadores han llegado a la conclusión de que Alí Babá infiltró al sector público, buscando protección, y no vaciló en ofrecer parte de los tesoros conquistados para el cuidado suyo y de sus inquietos muchachos…  Eso, al parecer de los investigadores de la pérfida Albión, despertó la codicia de los paisanos de Alí Babá, quienes no se conformaron con el porcentaje que pagaba éste y se decidieron por abrir sus propios negocios, en sus propias cuevas, aún cuando éstas pudieran diferir mucho de las del famoso personaje del turbante. Los investigadores entienden que esas sucursales invadieron toda clase de negocios a expensas del Estado, especialmente en el mundo de las construcciones, los servicios públicos, la expedición de toda clase de documentos o simplemente de lo que se denominó tráfico de influencias. Tan productivas fueron esas prácticas, que pasaban de gobierno a gobierno, mientras decaía la influencia de Alí Babá, quien, por otra parte, no se encargaba de reemplazar a sus atletas que firmaban con los Carmelitas, dado que en el sistema de sucursales proliferaban “los de marca”…  Los ingleses tienen la creencia de que la autoridad pública, con creces, superó la habilidad de Alí Babá y no solo en la gente de uniforme que, en ocasiones, parecía formar una especie de asociación de malhechores, sino en una clase civil ávida de riquezas similares a las que se presentan en las famosas cuevas. Los investigadores ingleses están sumamente interesados en conocer, en detalle, el auge de lo que llaman contrabando, pues tienen entendido que esta es una actividad que Alí Babá no fomentó en gran escala, mientras que sus tropicales seguidores la llevan al máximo. Y ningún investigador de mediana inteligencia quiere pensar que esos contrabandos caen del cielo, como el maná, sino que pueden proceder de áreas que se creían bien protegidas hasta que apareció un señor de apellido Cocco que le rompe el idem o la siquitralla a cualquiera. Los investigadores británicos, finalmente, enviarán un cuerpo de especialistas para que realicen un estudio en relación a cómo es posible que gastando tanto dinero al año, el principio de autoridad haya sido enviado a casa del carajo en una tierra en la cual hoy, Alí Babá y sus cuarenta ladrones serían pichoncitos, pues es cierto que en el medio a estudiar aparecen no solo un Alí Babá y mucho menos cuarenta ladrones, sino más ladrones que el demonio y otros que aspiran a serlo. ¡Aleluya!.

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