La interrogante que intitula este trabajo está conectada al descenso en la demanda de libros, periódicos y revistas, pero no como consecuencia mediática de la crisis económica mundial que se desató con los créditos basura del sector inmobiliario de Estados Unidos en 2008, sino más bien al inicio del Internet.

Mediante el Internet, podemos obtener una información básica de cualquier inquietud histórica, científica, deportiva, política, geográfica, que antes nos costaba semanas edificarnos mediante libros.

Por ejemplos, quienes amamos al béisbol, cuando requeríamos el historial de un pelotero, acudíamos a la Enciclopedia de Béisbol, a Cuqui Córdova o Andrés Barbour Luna, y ahora está en Internet; un dato histórico en la Enciclopedia Británica, y si era vernácula, acudíamos al Archivo General de la Nación, llamar o visitar a don Vetillo Alfáu Durán, don Emilio Rodríguez Demorizi, Franklyn Franco Pichardo, Julio González Hernández, Orlando Inoa, José Miguel Soto Jiménez, Fernando Infante o Euclides Gutiérrez Félix, mis amigos historiadores.

Con toda esa autopista de información que es el Internet, libros, periódicos y revistas es claro que confrontan a un poderoso rival, fácil, relativamente económico, y difícilmente no responda interrogantes.

Los libros, periódicos y revistas a mi personal interpretación, atraviesan una encrucijada difícil, pero quienes amamos a esos mensajeros culturales, nunca prescindiremos de ellos, porque resulta la diferencia entre ver a una mujer y acariciarla.

Externar este sentir es el resultado de observar el comportamiento de los lectores españoles en la recién concluida Feria del Libro de Madrid el l5 de este mes, donde 47l expositores lograron ventas por 7,904 millones de euros, unos RD$400 millones, de 7,450 millones de euros en 20l4.