Preocuparse por tener en la mesa una vajilla que haga juego, ha quedado en el pasado. Y no es que ya no se utilice, sino que no es obligatorio que todos los componentes de la vajilla sean parte de la misma colección.
Pero, ¡ojo!, esta tendencia no consiste en colocar los diferentes platos y copas sin ningún sentido, sino que hay diversas formas de hacerlo, de manera que se haya sintonía entre todos los elementos de la mesa.
Una de ellas es que todos los comensales tengan las piezas de varias vajillas de manera intercambiada. Es decir, que uno tenga el plato base de una vajilla determinada, pero que otro comensal tenga la sopera de la misma vajilla. Y así sucesivamente.
De esta manera, en la mesa habrá una, dos, y hasta tres vajillas diferentes, repartidas entre todos los comensales.
Esta es una manera de utilizar esas vajillas antiguas que no sabes cómo ni cuándo poner en la mesa.
Otra de las formas es que cada una de las personas que se sienten a la mesa tengan todo diferente. En este caso hay que cuidar que los colores de cada una de las piezas combinen entre sí. Y es que lo que se quiere lograr es una sincronía en la mesa, la armonía no se debe romper.
Una de las ventajas de este estilo es que puedes utilizar las vajillas que ya no usas porque están incompletas.