Como los peces invidentes

Como los peces invidentes

Eusebio Rivera Almodóvar

El término “aldea global” sintetizó la incuestionable realidad de que la comunicación alrededor del mundo se situó a nivel de un “click” en una computadora, un celular o una televisión y, como siempre, aparecieron los profetas de la nueva religión y los herejes que advirtieron de la hecatombe que generaría la pérdida colectiva de la privacidad, pronosticando que un satélite podría ver y describir el color de tu ropa interior cuando por urgencia tuvieras que ocultarte en un monte a defecar. Y ya está hecho.
Google no se había fundado cuando supe lo que eran los “pejes ciegos” porque un amigo me advirtió sobre no utilizar para bañarme un segmento de la playa en Samaná donde estos ejemplares aparecían y que eran realmente flotantes pedazos de materia fecal por un defecto del drenaje sanitario.
Las llamadas redes sociales encabezadas por Facebook y sus imitadores o competidores, han convertido la privacidad en algo obsoleto, porque ya sea que te guste el figureo o lo rechaces por razones personales, con cualquier aparato “smart” (inteligente) que uses, te copian o adivinan hasta tus pensamientos.
Lo que está de moda es el uso de dispositivos o equipos controlados con la voz y ya los celulares, televisores, lavadoras, neveras y controles de luces de tu casa pueden ser activados con tu voz. Lo bonito de todo eso es que con tu voz codificada podrían abrir tu automóvil y cuentas bancarias, dejándote con la mano en la cabeza, siendo la trampa tu propia boca cuando utilizaste tu voz y así, también, como los peces, podemos ser atrapados en las “redes sociales” como si fuésemos realmente vergonzosos y flotantes “pejes ciegos”.

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