Complejo de Aristóteles

Complejo de Aristóteles

En los conceptos de psicología, el término “Complejo” se refiere al conjunto de sentimientos inconscientes, adquiridos por experiencias vividas en la infancia y que influyen sobre la personalidad. Esta palabra fue aplicada por primera vez a la psicología por Carl G. Jung y popularizada por la discusión del psicoanálisis freudiano.

Curiosamente junto a los complejos de conocimiento más promulgados, existen otros que poseen la particularidad de llevar el nombre de personajes históricos, figuras mitológicas o protagonistas de obras literarias o bíblicas.

Como lo es, en este caso, el Complejo de Aristóteles. Conocido como un eminente filósofo griego del s. IV a. C., discípulo de Platón y tutor de Alejandro Magno, los escritos enciclopédicos de Aristóteles sentaron los cimientos de todas las ciencias y ramas de la filosofía.

Aristóteles siempre tuvo una visión distinta a la de Platón, sobre la teoría de la naturaleza humana, y en más de una ocasión, Aristóteles tuvo discusiones con su maestro, ya que intentó imponerle su teoría, o sea, hacerle creer que la teoría correcta era la suya.

Con esto, surgió lo que hoy día llamamos “Complejo de Aristóteles”, que es intentar imponer tu propia teoría sobre cualquier cosa a alguien que por el momento es mejor que tú, y no estar conforme con sus enseñanzas, es decir, creerse mejor que él y tener obsesión por superarle.

Es por esto, que el Complejo de Aristóteles hace alusión a las diferencias que tuvo él contra Platón. El discípulo intentó destruir la obra de su maestro para imponer la suya propia. En psicoanálisis, podemos decir que esto simboliza el acto de la rebeldía del hijo contra el padre.

Por lo cual, no hay dudas de que este tipo de complejo tiene su origen en la infancia, ya que los hijos se van tornando rebeldes a medida que van ganando a los padres las pequeñas batallas que plantean cada día. Pero siempre hay tiempo de darse cuenta que los padres tienen la obligación ineludible e irrenunciable de seguir educando a sus hijos, aunque estos no lo quieran. Por lo menos mientras vivan bajo su mismo techo familiar.

Sin embargo, podría darse el hecho de que haya casos que se traten de pensamientos irracionales que atormentan a la persona, la cual les da un valor sobredimensionado y de ahí el malestar que producen. Porque como pensamientos distorsionados, pocas veces tienen que ver con la realidad del individuo y realmente es la propia persona la que ha exagerado ese complejo y le ha dado importancia superior a la debida.

Como bien mencionó Aristóteles, “la sociedad es un medio de garantizar que la naturaleza social de las personas, para formar familias y entablar amistades, e igualmente para tratar de gobernar y dominar a los demás, se canalice apartándose de los atributos negativos de los seres humanos –la codicia y la crueldad– y yendo hacia los positivos, el amor a la verdad y el conocimiento”.

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