Con derecho a poner límites

Con derecho a poner límites

Haití es un país estructuralmente fallido que genera muchos millones de individuos que emigran sin siquiera están reconocidos civilmente por su Estado que tampoco tiene respuestas para la demanda de empleos y servicios de salud a seres en desbandada. Ese vecino no ha logrado en mucho tiempo institucionalizarse para la permanencia y relevo de los gobiernos. Es anárquico y carece de suficientes autoridades propias para el buen orden interno. Sus habitantes salen de los límites territoriales sin ninguna regulación y peor aún: estimulados a hacerlo por seudolíderes. Hasta en países distantes como Brasil y Ecuador han tenido que tomar medidas contra el ingreso irregular de haitianos.
Es desproporcionado pretender, en nombre de derechos individuales, que República Dominicana permita la ruptura de su equilibrio interno absorbiendo en masas a extranjeros para su devaluado e insuficiente mercado laboral y para sus críticos servicios públicos. Ya lidiamos, por Dios, con nuestra propia inequidad por un desarrollo desigual que produce millones de ninis. No puede entonces el país renunciar a sus propios derechos soberanos y claudicar ante quienes carecen brutalmente de ellos en su propio lugar de origen. Los haitianos migran en desesperación y aquí muchos logran medios de vida porque el país los acepta tratando de hacerlo con un poco de racionalidad y orden, ejerciendo su derecho a poner límites.

Medir bien  los pasos a dar

Asumir el esfuerzo de remodelar simultáneamente más de 50 hospitales provocó un perjudicial desfase con implicaciones trágicas. Redujo considerablemente el servicio asistencial en perjuicio de los pobres, no pocos de los cuales suelen a veces necesitar atenciones médicas de urgencia para no morir. Se emprendió remodelarlos sin crear reservas de recursos para concluir pronto, recargando enormemente la labor de otros centros públicos que desde antes le fallaban a la sociedad.

Destrozar centros asistenciales dispersos por la geografía sin calcular bien pareció responder al prurito de impactar mediáticamente con ejecutorias ambiciosas sin prever las consecuencias de corto plazo; impulsos que en ocasiones no responden siquiera al sentido de urgencia y prioridad que debe presidir todo gran paso en el sector salud.

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