“Con la Iglesia no se pelea”

“Con la Iglesia no se pelea”

En junio de 1954, hace 63 años, el dictador Rafael L. Trujillo y el Papa Pío XII firmaron en Roma el Concordato, instrumento legal mediante el cual el Estado reconoce a la Iglesia católica el carácter de sociedad perfecta, reconociéndole el libre ejercicio de su poder espiritual. Confiere personalidad jurídica a todas las instituciones y asociaciones religiosas, reconoce los nombramientos de los arzobispos y obispos, una vez se haya comunicado al Gobierno el nombre del elegido.
El documento fue redactado por el sacerdote higüeyano Zenón Castillo de Aza (Papito). El protocolo legal fue suscrito el 16 de junio y aprobado por resolución del Congreso No.3974, de fecha 10 de julio siguiente. El canje de ratificaciones fue el 6 de agosto, en Estancia Ramfis, Ciudad Trujillo, donde hoy funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores. Un año después, el mismo sacerdote, perteneciente a la Orden de los Claretianos, lanzó la insólita idea de otorgar al dictador el título de Benefactor de la Iglesia católica “en reconocimiento al extraordinario respaldo económico y moral ofrecido por El Jefe al clero católico”.
La propuesta fue rechazada tajantemente por la jerarquía eclesiástica.
En su histórico encuentro con el Sumo Pontífice, Trujillo estuvo acompañado del vicepresidente de la República, Dr. Joaquín Balaguer y de los generales Arturo R. Espaillat y Anselmo Paulino. El presidente era Héctor B. Trujillo (Negro). El acuerdo establece, además, la exención del pago de impuestos de inmigración a los curas extranjeros, reconoce la propiedad de la Iglesia sobre templos y edificios religiosos y crea las capellanías miliares, entre otros privilegios.
El artículo 26 del Concordato consigna el compromiso de la Iglesia católica de rezar o cantar al final de cada acto religioso una oración por la prosperidad de la República y del Generalísimo. Este mandato tenía la obligación de hacerse todos los domingos y días de fiesta católicas, en todas las catedrales, iglesias y parroquias existentes a nivel nacional. Un año después de su entrada en vigencia, el sacerdote Zenón Catillo de Aza, de la Orden de los Claritianos, inició un movimiento con el marcado interés de que se concediera a Trujillo el título de Benefactor de la Iglesia, propuesta que fue rechazada por la jerarquía eclesiástica. Colaboradores del dictador que guardaron silencio ante la propuesta fueron torpedeados en el famoso Foro Público, que publicaba el diario El Caribe.
La idea de Castillo de Aza se fue esfumando sistemáticamente por la vertical postura asumida por el episcopado dominicano, encabezado por el arzobispo Ricardo Pittini y el nuncio de Su Santidad, Salvatore Sino, un religioso de firme e indoblegable carácter. Los obispos de La Vega, Francisco Panal y de San Juan de la Maguana, Tomás F. Reilly, tomaron la vanguardia de oposición al trujillismo y para confirmar esta posición en fecha 24 de marzo del 1960 Reilly escribió una carta al dictador en la que le manifiesta la preocupación que según dice “ha creado entre los dominicanos la intención de que se le otorgue el título de Benefactor de la Iglesia.
A continuación se reproduce el cuerpo de la carta de respuesta de Trujillo al obispo de SJM:
“El obispo de SJM, S.E. Monseñor Tomás F. Reilly, en carta que me dirigió en fecha 24 de marzo, considera como un motivo de preocupación el plebiscito popular que se ha iniciado para que se me otorgue el título de “Benefactor de la Iglesia en la República Dominicana”. Ese movimiento, respaldado por algunas figuras destacadas del clero nacional, se inspira evidentemente, en las manifestaciones de las personas e instituciones que lo han apoyado sin reservas, en el deseo de que se deje constancia, de una manera pública y solemne, del hecho de que he sido yo, entre todos los gobernantes dominicanos, el único que ha secundado sin vacilaciones la obra de la IC, ya que he llevado esa protección hasta el extremo de suscribir un convenio que somete a un régimen concordatario las relaciones entre la Santa Sede y el Estado. Saluda a Su Señoría Ilustrísima muy respetuosamente y besa su anillo pastoral”.
Complot del 14 de Junio. Las crueles torturas a que fueron sometidos miembros del develado movimiento clandestino 14 de Junio, en enero de 1960, bajo el protagonismo del tenebroso coronel Johnny Abbes García, movilizó al clero católico que emitió una pastoral en la que se quejaba del hacinamiento de los complotados y demandaba del Gobierno respetar la dignidad humana.
El día 21 de enero, Día de Nuestra Señora de La Altagracia, fue leída en todas las iglesias y parroquias la Carta Pastoral en que los obispos exponían al país y al mundo la brutal represión del trujillismo. El obispo de Higüey, monseñor Juan Félix Pepén, redactó la epístola.
El vicepresidente Balaguer la leyó al dictador, acompañado del presidente Héctor Bienvenido Trujillo Molina; los secretarios de Relaciones Exteriores y de Interior, Porfirio Herrera Báez y Virgilio Álvarez Pina; el director del Archivo General de La Nación, Emilio Rodríguez Demorizi; el director de La Voz Dominicana, J. Arismendy Trujillo y el temible jefe del SIM, coronel Johnny Abbes García.

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