John Perkins es un escritor estadounidense que ha denunciado en sus obras las presuntas alianzas de grandes corporaciones, bancos y gobiernos de los países más poderosos del mundo para controlar económicamente a las llamadas naciones del Tercer Mundo.
“Confesiones de un gánster económico” es su libro más conocido. Allí narra la articulación de una red para explotar económicamente a América Latina.
Perkins hace la denuncia en primera persona, porque él mismo jugaba un rol preponderante dentro de la red. Era un agente privado de agencias estadounidenses de inteligencia como la CIA y la NSA, que se desempeñaba como lo que él llama un sicario o gánster económico.
Su trabajo, según el testimonio de Perkins, consistía en lograr que las corporaciones tengan acceso a los recursos naturales, como petróleo, agua, oro, carbón y otros minerales, al menor precio posible.
Para lograr esto tenían varios mecanismos: comprar o sobornar a las autoridades, comprometerlos económicamente mediante préstamos con el FMI o el Banco Mundial, más grandes de lo que realmente necesitaban y con intereses bien altos, para inversiones en infraestructuras.
De esta manera el país se endeudaba hasta niveles insostenibles y entonces se veía obligado a ceder sus recursos a muy bajos precios.
Otro mecanismo eran la desestabilización política y económica, los golpes de Estado e incluso los asesinatos de algunos mandatarios y funcionarios que se resistían a estas operaciones o que bien las pusieran en riesgos. Estas operaciones, de acuerdo al libro de Perkin, las ejecutaban los chacales.
Independientemente de si el testimonio de Perkins es o no real, cuya veracidad no ha sido del todo comprobada, es importante que República Dominicana maneje con cautela su endeudamiento económico. Al analizar el Presupuesto Nacional observamos que cada vez más un mayor porcentaje está dedicado a la deuda pública, en una proporción tal que deja casi en la mitad los recursos disponibles para inversiones sociales, que está muy por debajo del promedio de la región, y gastos corrientes.
Es muy peligrosa la dependencia del Presupuesto Nacional a préstamos y bonos, externos e internos. Esto atenta contra la viabilidad fiscal y pone en peligro la soberanía nacional, que tanto interesa y preocupa en estos días.
En Puerto Rico y Grecia tenemos dos espejos donde mirarnos. Saneemos nuestra economía, desarrollemos el aparato productivo nacional, elevemos la inversión social y, sobretodo, demos a las finanzas públicas una visión de equidad. Sólo así avanzaremos en el camino a una República Dominicana próspera para todos y todas.