Construir la paz

Construir la paz

Nunca la paz significó ni representó el silencio y la quietud de los cementerios. Eso no es paz. La paz es un estado social en el cual todos nos sentimos protegidos, bendecidos, seguros de que el ejercicio de nuestros derechos no será vulnerado por ninguna autoridad, y que, si la autoridad se extralimita, habrá una segura sanción ejemplarizadora.
La paz es el estado en el cual la autoridad se ciñe a lo establecido: la Constitución, las leyes, la moral, las buenas costumbres. Es fruto del ejercicio de una administración sana y honesta de los fondos públicos, donde la distribución de los bienes del erario se realiza de manera equitativa, inteligente, que los mismos se colocan donde más se necesita, donde representan una inversión que beneficiara a los más.
La paz es el reino de la equidad, de la igualdad de todos y esa igualdad sólo se logra cuando todos, absolutamente todos, actuamos conscientes de la necesidad de respetar los derechos de los demás y de exigir y demandar un trato igual.
La paz es un producto directo de la interacción entre los hombres que actúan dentro de aquel mandamiento señalado por el Señor: ama a tu prójimo como a ti, lo cual significa, mi más ni menos, traducido a la lengua popular: no hagas a otro lo que no quieres que te hagan, no enamores las mujeres ajenas, no tomes para ti lo que no es de tu propiedad, no conspires contra la estabilidad de ninguna familia, no engañes a nadie, no robes, no mates, no levantes falsos testimonios, no chismosees, vive de cara al sol, cuando no tengas nada bueno que decir no hables de una persona.
La paz es la respuesta inteligente y viva, actual, a cualquier situación difícil, peligrosa, que tengas que afrontar. La violencia, que es lo opuesto de la paz, nunca conduje a nada bueno, sus resultados siempre representan dolor, angustia, atropellos, muerte.
La paz es la tranquilidad de espíritu que, si sumamos la suya, la del otro, la del vecino y la mía, viviremos en un mejor país, pero para todos.
La paz es el único tiempo en el cual los gobernados sabemos que podemos vivir sin temor a que los excesos de las autoridades quedarán impunes, que los derechos de los hijos de vecinos serán escrupulosamente respetados igual que los derechos de los poderosos, que la diferencia entre los hombres se mide por el tanto vales, por encima del tanto tienes.
Hay paz, cuando el juez es justo y honorable, cuando la autoridad se ejerce con apego a la ley, a la Constitución, cuando el ciudadano cumple sus deberes, cuando los padres saben donde están sus hijos, qué hacen, con quiénes se juntan.
Es cierto, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz.

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