Pregunta de la lectora: Hace unos meses murió mi papá. Su familia tiene una celebración al año que recuerda a la madre de mi papá. Yo no aprendí a llevar el duelo de esa manera. Estoy triste. No me gustaría ir. ¿Está mal que ellos hagan esa celebración-encuentro familiar?

Respuesta de la terapeuta: Los eventos y rituales familiares encierran en sí mismos fuerzas emocionales intensas de cohesión entre sus miembros. Estas favorecen a su sentido de pertenencia.

Cuando hay una actividad familiar la intensidad emocional es elevada y todos entran en una especie de éxtasis donde se expresan en el mismo lenguaje afectivo y tono emotivo.

Las familias se rigen por un lenguaje universal que tipifica a la familia de acuerdo a su estructura y funcionalidad. Se gobiernan, además, por una idiosincrasia que revela su sistema de creencias, expectativas, valores, ritos, celebraciones que les imprimen características muy peculiares, que las hacen diferentes a otras.

De manera que, cada familia tiene su forma de enfrentar y resolver el duelo. El dolor lo pueden encarar de forma distintas de acuerdo a los códigos de cada una.

Quizás unas recurran a ritos religiosos continuos. Otras pueden tardar más tiempo en superar la pena por la muerte del ser querido. Algunas optan por rituales de recordación alegres y celebran.

Algunas familias pueden considerar que celebrando honran a los seres amados. El simbolismo de la celebración se convierte en una retribución festiva, con especial alegría por lo que recibieron de ellos.

Es por lo tanto prudente decir que cada unidad familiar acogerá el ritual que reconoce como bueno y válido, sobre todo, aquel que entienda le aporta significado y unión a la red familiar.

Lo importante es que cada subgrupo de la familia extendida entienda que cada modalidad de enfrentar los duelos y las celebraciones tendrá significados distintos a partir de lo que cada quien considere importantice. Al fin y al cabo son tributos con intensidades emocionales diferentes.

¿Qué es importante? Que los diferentes subgrupos acepten y valoren las diferencias. Que se apoyen mutuamente sin atacarse, sino, respetándose.

Hágale saber que su forma de encarar el ritual es distinta, y que esta vez usted no podrá participar. Que usted no se opone a la modalidad de ellos, que los entiende, aunque se prive de compartir.

Haga su proceso de duelo de acuerdo a sus creencias.