CONSULTORIO DE FAMILIA

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Pregunta de la lectora: Me siento muy dolida, he descubierto que uno de nuestros hijos nos miente. En otras ocasiones lo había hecho, llegamos a castigarle. Como padres estamos muy pendientes de él. Le damos seguimiento y apoyo a todas sus actividades. Ha sido muy favorecido por nosotros. No nos parece normal que haga esto. ¿Qué debo hacer?

Respuesta de la terapeuta: Detrás de las mentiras hay una gran verdad. A mi modo de ver, creo que se puede tratarse de diferentes situaciones, las que hay que descartar para ayudarlo.

Prefiero no partir del simple hecho de mentir, sino de hacer distintas preguntas que pueden arrojar un camino a seguir: ¿Por qué miente? ¿Qué evade con mentir? ¿Cuál es el llamado de atención? ¿Cuáles implicaciones tiene decir la verdad en la familia?.

No siempre los padres logran saber qué hay detrás de esta conducta, a menos que hayan desarrollado destrezas para dialogar sin atacar y acusar.

Al parecer, mentir se ha convertido en una pauta comunicacional. Muchas veces, los padres, creen que cuando les pillan y castigan o reprenden, eliminarán la conducta. Rara vez, se enfocan en el problema de fondo que podría estar provocándolas.

En la práctica he visto algunas situaciones que subyacen en el acto de mentir: temor a los padres, quedar siempre bien para no defraudar, temor al rechazo, llamado de atención ante los problemas de los padres, ocultar alguna situación que de ser develada crearía una fragmentación familiar. Mentir puede convertirse en una forma de sobrevivencia.

Sugiero a los padres no desesperarse, no darle mayor importancia al castigo y a los golpes, que solo lastiman y hacen que las mentiras se tornen crónicas, sino en enfocarse en conocer la base del problema.

Es preferible hablar con calma y decirle que quieren saber qué le está pasando que está evitando decir la verdad. Si lo hacen en un clima de confianza pueden obtener la respuesta esperada.

Los hijos tienen un sinnúmero de conductas que podrían parecer inadecuadas, pero de fondo están comunicando que algo les está sucediendo.

Cuando los padres son opresivos y exigentes, impiden a los hijos manifestarse libremente, exigen obediencia y que cumplan las expectativas de ellos.

No se trata de hacer sentir a los padres culpables, sino, de crear un espacio de reflexión para que puedan tomar en cuenta el estilo parental y las expectativas de hijo modelo o ideal.

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