Consultorio de Familia

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Pregunta de la lectora: Tengo dos hijas adolescentes. El problema es que no quieren hacer lo que yo les pido. No respetan los horarios establecidos. Están más interesadas en sus amistades que en estar conmigo. Les digo que me cuenten sus cosas, no me dicen nada, solo lo que a ellas les interesa. Me siento defraudada.

Respuesta de la terapeuta: En nuestra cultura latinoamericana existe la tendencia a creer que la relación entre madres y las hijas debe ser de amistad íntima.

Cuando esto ocurre las fronteras que diferencian la jerarquía parental del subsistema fraterno se difuminan y las funciones de la autoridad quedan debilitadas y con una imagen poco favorable desde la perspectiva de las hijas.

Las madres que se comportan de esta manera, involucrándose excesivamente en el mundo de las adolescentes, quieren saberlo todo. Llaman a las amistades como si fueran iguales, con la finalidad de saber todo lo que ocurre en torno a ellas: ¿Qué hacen? ¿Con quiénes se reúnen? ¿Cómo les fue en una salida nocturna?, entre otras interrogantes.

Ante esta situación las hijas reaccionan con enojo porque entienden que su espacio, su intimidad y sus derechos a tener de manera exclusiva sus amistades son transgredidos. Les abruma la sensación de tener una madre invasiva.

Una de las características de la adolescencia es la autonomía. Es lograr diferenciarse de sus padres e ir creando un mundo paralelo de compañeros de la misma generación y con intereses similares.

Es una etapa en la que no necesariamente los hijos quieren ocultar, sino, de mantener una diferenciación de su sistema familiar, para preservar su autonomía. Aquella que permite ser uno mismo y reafirmarse como persona.

La fragilidad del susbsistema parental dada por la intromisión y abarcamiento de una madre en los espacios de las hijas produce una reacción contraria a la esperada. El rechazo y la confrontación aparece como una forma de resistirse a perder su identidad como persona independiente.

En su caso creo importante la redefinición de las funciones y separar la relación de intimidad con las amistades de sus hijas. Una cosa es conocerlas y compartir temporalmente, que convertirlas en amigas como si fueran iguales.

También, dominar el arte de acompañarlas para que alcancen su autonomía, establecer las normas que deberán cumplir y las consecuencias de no cumplirlas.

Cultive la relación de confianza con sus hijas.

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