CONSULTORIO DE FAMILIA. Conflicto en la familia

CONSULTORIO DE FAMILIA. Conflicto en la familia

Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora: ¿Es posible que una familia tenga conflictos y permanezca unida por años? ¿Puede traerles mayores problemas en el futuro? ¿Podría terminar desintegrada la familia cuando estos no se superan? ¿Es probable retomar la relación entre todos una vez resueltos?

Respuesta de la terapeuta: Los conflictos no necesariamente implican una relación patológica entre los involucrados. Pueden ser de carácter temporal, debido a situaciones específicas por las que se atraviesa. Pueden superarse sin contratiempos mayores.

Los conflictos pueden incrementarse cuando la familia carece de competencias para enfrentarlos. Más que buscar soluciones, los evaden o los intensifican culpabilizándose y atacándose mutuamente. Los enfrentamientos se agravan ante la pérdida de perspectiva. Se dejan de enfocar el problema real que lo originó, las condiciones que lo mantienen activo y las personas implicadas.

Asumir una actitud rígida es otra postura que impide la solución. Mantener el punto de vista sin aceptar el de los demás, cierra toda posibilidad de diálogo. Es probable, en este caso, que alguien quiera imponerse y dominar la situación, confinando a los demás a la subordinación, negándoles toda posibilidad de participación en la solución.

Los conflictos en una familia abierta, flexible, tolerante a las diferencias y en las que se muestra respeto por los demás, tienen mayor probabilidad a desaparecer, porque los enfrentan dando participación a los implicados y a aquellos que pueden aportar soluciones.

Los conflictos no resueltos quedan latentes, se convierten a través del tiempo en caldo de cultivo para agravarse, generando mayores enfrentamientos, perdiéndose toda posibilidad de solución. Pueden terminar desgastados ante la posibilidad de no solución. Aumenta la desesperanza y el abandono ante la posibilidad enfrentarlos.

La relación familiar se puede mantener satisfactoriamente si entre todos aclaran la situación, y están en la capacidad de comprender cómo participaron y en qué medida sus actitudes complejizaron la situación.

Es preferible que cada quien reflexione sobre su postura inicial, en el momento más crítico y cuando se comenzaron a buscar alternativas. Si cada quien es capaz de verse a sí mismo dentro del problema como parte del mismo, dejará de ver el problema en los demás, como eje.

Si el nivel de tensión es severo y se abandona toda posibilidad de diálogo, es probable que la familia se distancie.

La familia es parte del problema y parte de la solución.

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