CONSULTORIO DE FAMILIA. Navidad y el amor a la vida.

CONSULTORIO DE FAMILIA. Navidad y el amor a la vida.

Soraya Lara de Mármol

El verdadero sentido de la Navidad se modificó cuando el comercio tomó fuerza y la convirtió en una oportunidad de negocio y de aumento de las ganancias. Hemos pasado de una celebración religiosa familiar, a una de consumo y gastos superfluos que evidencien un aparente bienestar.

Muchas personas hacen sacrificios impensables para comprar, adornar, vestir y regalar, enfocados en mostrar algo que posiblemente no son, pero aparentan ser, aunque queden endeudados hasta febrero.

La Navidad, el nacimiento de Jesús como símbolo religioso de unidad familiar, agoniza en un segmento de la población. Los rituales religiosos y familiares han quedado en un plano secundario. Lo esencial queda invisible y sumergido en el olvido, y no por inocencia, sino por la absorción mercadológica imperante.

Los mercados desarrollan estrategias que inducen al consumo. Es la oportunidad ofrecida para alcanzar el sueño inmediato, sin tomar en cuenta las consecuencias futuras. Lo importante es tener. Eres cuanto tienes, gastas y muestras.

Erich Fromm, en su libro el Amor a la vida, se refiere a la etimología de la psicología como la ciencia del alma, a la que en el año 500 a.C., se le denominaba “ética” o filosofía. En esta época premoderna predominaba: “el conocimiento del alma del hombre con el fin de convertirlo en un hombre mejor”.

Hoy, su fin es otro: “ Hay que conocer el alma, no para volverse mejor sino simplificando y esquematizando las cosas, para llegar a ser un hombre más exitoso. El hombre quiere conocerse a sí mismo, conocer a los demás, para obtener mayor provecho de la vida, para manipular a los otros, para formarse a sí mismo de la manera más propicia al éxito”.

Nuestra sociedad y cultura han cambiado. La dignidad humana, la ética y la beneficencia no confluyen en un punto común que busquen el bienestar de las personas y su autenticidad.

Predominan un aparente ser humilde, solidario, colaborador y empático. Enmascararse hace posible la admiración y la sujeción de aquellos que no saben discriminar entre el ser falso y el ser auténtico.

Quien se busca a sí mismo para ser mejor persona y ofrecer lo mejor de sí, tiene mayor oportunidad de vivir el ser auténtico y en la libertad de expresarse sin miedos y sin las ataduras de la apariencia impuesta.

El ser auténtico no se deja doblegar ni seducir por el tener. Se busca a sí mismo para ser mejor persona.

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