CONSULTORIO DE NUTRICIÓN

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Jimmy Barranco Ventura

P: ¿Cuáles son los beneficios de la actividad física leve a moderada en el control de la obesidad?

R: La obesidad es una pandemia causada en la mitad de los casos por el consumo excesivo de calorías, y en la otra mitad por la inactividad física. Se estima que casi una tercera parte de la población mundial, y la mitad de los estadounidenses son sedentarios. Las estrategias tradicionales recomendadas para controlar la obesidad (disminuir la ingesta alimentaria y practicar ejercicio físico moderado a intenso) han fracasado. El gasto energético total del organismo (GET) tiene tres componentes: gasto energético en reposo (60% del GET), efecto térmico de los alimentos (10% del GET) y actividad física (15-30% del GET).

El Dr. James Levine, de la Clínica Mayo de los Estados Unidos, quien ha estudiado por más de 20 años las calorías quemadas por diferentes actividades físicas y los movimientos espontáneos del cuerpo, ha acuñado el término «termogénesis de los movimientos no relacionados con la actividad física» o NEAT (sigla de su nombre en inglés), para referirse a las calorías gastadas por cualquier otra cosa que hagamos que no sea dormir, comer o ejercitarse como actividad deportiva. Ejemplos: caminar, estar en pie, lavar, fregar, subir escaleras, mover las extremidades, bailar, pescar, nadar, tocar un instrumento musical, etc.

NEAT es una nueva estrategia para la prevención y tratamiento de la obesidad, ya que podría hasta !duplicar las calorías quemadas diariamente!

Estudios recientes revelan que la NEAT es regulada principalmente por la orexina, un neurotransmisor hipotalámico que determina la cantidad y calidad de los movimientos físicos espontáneos. Esta substancia está disminuida en los obesos sedentarios, y aumentada en las personas más activas.

La NEAT, además, controla la presión arterial, favorece la entrada de triglicéridos y colesterol hacia los tejidos, disminuyendo así el riesgo de aterosclerosis; aumenta el colesterol-LDL («bueno») en sangre, reduce el riesgo de diabetes y síndrome metabólico (mejora la sensibilidad a la insulina); reduce un 27% los eventos cardiovasculares, y la mortalidad global un 30%.

Un estudio publicado en la revista Heart (2014), realizado en 1038 pacientes con enfermedad coronaria estable, reveló una mortalidad cardiovascular dos veces mayor en quienes realizaban actividad física intensa, comparados con actividades leves a moderadas (NEAT).

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