CONSULTORIO DE NUTRICIÓN

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Jimmy Barranco Ventura

P: ¿Cómo puede la alimentación mejorar la comunicación entre el intestino y el cerebro?

R: El cerebro humano contiene aproximadamente 100 billones de neuronas, y el intestino 500 millones, cuya función es establecer una comunicación bidireccional entre estos dos órganos a través del nervio vago, encargado de llevar los estímulos o “preguntas” al cerebro, y traer de regreso las “respuestas” correspondientes. Los pacientes con síndrome de intestino irritable o con enfermedad de Crohn tienen una disfunción del nervio vago. Según un estudio, los ratones alimentados con un probiótico (bacteria intestinal saludable) tienen niveles sanguíneos bajos de las hormonas del estrés (adrenalina, cortisol); lo cual no sucede si se secciona el nervio vago de los ratones. Esto sugiriere que la microbiota intestinal (lactobacilos y bífidobacterias) ayuda a controlar el estrés. El intestino y el cerebro se comunican a través de ciertas substancias químicas (neurotransmisores) producidas por el cerebro, encargadas de controlar nuestros sentimientos y emociones. Ejemplo: la serotonina controla los sentimientos de felicidad y nuestro reloj biológico. Pero, también las células intestinales y los microbios que allí residen, producen neurotransmisores. Así, las bacterias producen serotonina (a partir del aminoácido triptofano de la dieta); y con el glutámico forman ácido gamma aminobutírico (GABA), un neurotransmisor que controla la ansiedad y la depresión. La microbiota intestinal fermenta las fibras de la dieta produciendo ácidos grasos de cadena corta (acético, propiónico y butírico) los cuales actúan a nivel cerebral disminuyendo el apetito. El ácido propiónico reduce el consumo de alimentos y disminuye la actividad cerebral relacionada con la recompensa por la ingesta de alimentos hipercalóricos; mientras que el butírico participa en la formación de la barrera hemato-encefálica. Estos ácidos, preservan la integridad de la barrera intestinal y la respuesta inmunológica, evitando el paso desde el intestino hacia la sangre de una substancia inflamatoria (lipopolisacárido) de origen bacteriano, asociada con ciertos trastornos neurológicos. Grupos de alimentos que preservan el eje intestino-cerebro:
1- Alimentos ricos en omega-3: atún, salmón, sardina, trucha y nueces
2- Alimentos ricos en fibras: granos integrales, leguminosas, frutas y verduras.
3- Alimentos ricos en polifenoles: aceite de oliva, té verde, cocoa y café.

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