Consultorio Ecológico

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P. Profesor, peligra el turismo en la costa oriental del país y los inversionistas denuncian que el mar está penetrando a tierra firme por Cortecito – Bávaro ¿qué es lo que está pasando?

R. En el turismo como en cualquier otra actividad económica cuya base de sustentación sea la naturaleza, la falta de planificación conduce todo el tiempo al caos y al colapso total, por no advertir que las potencialidades dependen del buen juicio, la inteligencia y la racionalidad operativa.

El paraíso terrenal de Juanillo – Punta Cana – Cabeza de Toro – Bávaro – Cortesito – Macao – Uvero Alto, incluyendo a Bayahíbe – Chavón – Río Soco; la meca del turismo dominicano, está seriamente amenazado por el oportunismo, la ambición y la carencia de criterios técnicos. El desarrollo proverbial que ha experimentado el turismo en la costa oriental en lo que va de este nuevo milenio (15 años), está dejando huellas imborrables sobre la naturaleza más privilegiada con que cuenta el país.

La prisa no es buena consejera cuando de administración de riquezas naturales se trata y de ello hablamos y advertimos al Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el 2002 – 2003, cuando inversionistas estadounidenses se enamoraron de las bellezas impresionantes del Morro de Macao, el núcleo de un área protegida, pero finalmente se otorgaron las licencias correspondientes y se arruinó un templo de la naturaleza y el Yacimiento Arqueológico más antiguo de la cultura aborigen de La Hispaniola.

No conforme con estas agresiones, los pecados ecológicos se multiplicaron exponencialmente dentro de la Vía Panorámica Costa Azul, se arruinó un banco de dunas de siete kilómetros de largo, principal nicho de reproducción de tortugas marinas, y posteriormente, una franja de manglar de 33 kilómetros, que unía la hermosísima playa de Macao, con Laguna Bávaro.

Los presidentes Balaguer (1996), Hipólito Mejía (2002) y Leonel Fernández (2009); crearon el cinturón de áreas protegidas de Ría Maimón, Costa Azul, Laguna Bávaro, Hoyo Claro, Punta Espada, Punta Bayahíbe, Chavón, Soco, Laguna Mallén e Higuamo, así como el mar que rodea las islas Catalinita, Saona y La Catalina; el cual si fuese respetado, garantizaría la salud de la naturaleza en la costa oriental del país, ante las heridas profundas que dejaría el turismo en el futuro.

No ha ocurrido así y las consecuencias graves y alarmantes para el país y los inversionistas, han comenzado por Cortecito, donde el mar está afectado una franja de 50 metros.

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