Consultorio Ecológico

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Eleuterio Martínez

P. Profesor, si el Yaque del Norte es la principal fuente de agua del país ¿por qué no cuenta con un plan integral que garantice su conservación y las obras de desarrollo que dependen del mismo?
R. El Yaque del Norte siempre ha concitado mucha atención desde tiempos históricos, muy especialmente cuando se presentan tormentas, temporadas lluviosas o ciclones tropicales, por la secuela de daños e impactos negativos sobre bienes y obras de desarrollo, sin embargo, todavía no existe un plan de ordenamiento para su supervivencia.
Pero el Yaque no es un símbolo de peligro, sino todo lo contrario. Es lamentable que el pesimismo tenga más fuerza en el imaginario colectivo que todo el bienestar y el progreso que encierra como la arteria aorta de la República Dominicana. Ninguna de las riquezas naturales con que cuenta el país, puede superar el potencial de desarrollo que encierra esta fuente fluvial.
El Yaque del Norte al igual que su par el Yaque del Sur, está colgado al cuello de la cordillera Central y desde allí desciende para llenar de vida y esperanza las ubérrimas tierras del Valle del Cibao, las más extensas y productivas que existen fuera de la América Continental.
A lo largo de 300 kilómetros de longitud, sus aguas van orientadas a sembrar vida en las tierras cuasi desérticas de la Línea Noroeste, después de alimentar el complejo hidroeléctrico más grande del país y el núcleo del desarrollo de la región cibaeña que representa el sistema de presas Tavera – Bao – López Angostura.

El Yaque del Norte no puede morir en Santiago de los Caballeros, la ciudad que desde siempre lo ha visto como su principal fuente de inspiración. Es realmente preocupante que a partir de esta gran urbe cibaeña, se convierta en su principal cloaca o fuente de contaminación que insulta la inteligencia y nuestra visión de futuro.
El Yaque del Norte hay que pensarlo y repensarlo, no cuando se presentan los momentos de catástrofes naturales que entrañan y necesariamente arrastran obras de la naturaleza con sus dimensiones, sino con mente serena y visión de largo alcance. Hay que fijar la atención en el potencial de servicios ambientales y de generar riquezas materiales para el país y los dominicanos que habitan sus dominios.
Nos duele que el abandono o la desidia, por no decir la contaminación y la indiferencia, mantengan secuestrado el principal activo fijo de la República Dominicana.

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