Consultorio Ecológico

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Eleuterio Martínez

P. Profesor, las imágenes de puentes, carreteras, cultivos, casas, barrios, poblados enteros y hasta de vidas humanas son aterradoras, los organismos de socorro ya no saben qué hacer, pues el país lleva un mes en estado de emergencia y todavía no se sabe a ciencia cierta lo que puede pasar ¿cuál será el mensaje que nos está dando la naturaleza?
R. En primer lugar nos dice que las montañas están desnudas, que las cuencas de los ríos parecen lavamanos al faltarle los árboles o cubierta boscosa que atrapa, retiene y almacena el agua en sus lagos subterráneos.

El lavamanos ilustra perfectamente lo que está pasando, pues cuando se abre la llave, toda el agua se escurre violentamente y se va por el hoyito; entonces los ríos crecen desmesuradamente, llevándose por delante todo obstáculo que encuentre en su ruta indetenible hacia el mar.

Resulta cuesta arriba reconocerlo, pero la ganadería se ha tragado los bosques de Puerto Plata y la respuesta no se ha hecho esperar. ¿Cómo es que un riachuelo tan insignificante como San Marcos es capaz de crear el desastre que se ha visto? La falda occidental de Isabel de Torres tiene sus adornos verdes, pero en Copey y sus alrededores solo hay pastizales.

No es que 22 ríos han invadido a la Novia del Atlántico, es que Puerto Plata se ha edificado sobre sus cauces. De hecho hay calles que fueron asfaltadas en medio de urbanizaciones de lujo y algunos de los mismos han vuelto a conquistar su antiguo cauce, llenándolas de piedras, creando torrentes y cascadas como ocurrió originalmente.

Y qué decir de Montellano, colocado exactamente en medio del abanico aluvial del río Camú, o del río que baja bonito desde el Diego de Ocampo y creó la inmensa llanura de La Isabela. Usted puede canalizar el Bajabonico aguas arriba o aguas abajo del Puente de Imbert; pero más temprano que tarde, será arrastrado o sepultado; todo es cuestión de tiempo, pues nadie puede dominar a la naturaleza, a no ser “obedeciéndole”.

Las montañas son para condensar, escurrir y almacenar agua, la cual siempre se escurre para luego irrigar las llanuras, donde sí se puede cortar o más bien, sustituir parcialmente los árboles por cultivos y el desarrollo de la ganadería.

Debemos respetar la orilla de los ríos, alejando de sus cauces los asentamientos humanos. ¡Haciendo la paz con nuestra Madre Natura, aseguramos nuestra supervivencia!

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