CONSULTORIO ECOLÓGICO

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P. Profesor, Valle Nuevo, Medio Ambiente anuncia el reasentamiento de las familias del parque nacional ¿cree usted que esa salida de personas del área protegida es la solución definitiva a la problemática que le envuelve?

 

R. No lo anuncia, lo realiza que era el desafío. Si me pide mi opinión, no vacilaría en mi valoración sobre la problemática ambiental cordillerana más importante de los últimos 35 años que tiene esta área protegida con la cual tengo vínculos de consanguinidad desde el primer día de su existencia.
Son tantos los intentos, los recursos invertidos, los planes a medio realizar que se han puesto en marcha, que muy pocas personas, incluyéndome a mí mismo, creíamos que llegaría ese día en que Valle Nuevo quedaría libre de presencia humana que hagan uso consuntivo y activo de los recursos naturales y que más impacto tenían sobre la producción de las aguas que allí se originan, las cuales, directa e indirectamente alimentan las principales presas del país y que luego van a favorecer cerca de 7 millones de dominicanos.
Es cierto que el gobierno de Balaguer sacó a todo el mundo de allí, pero el Estado y sus instituciones fueron incapaces de impedir que nuevamente fuera invadida con mayor fuerza que antes, hasta alcanzar niveles de trasvasar un río para otro artesanalmente, al quitarle casi toda el agua al Río Grande para entregársela al Río Yuna.

Muy pocos dominicanos pueden analizar con mente fría lo que implica salvar a Valle Nuevo, donde una sola área protegida de 126 que tiene el país, beneficia a uno de cada 2 dominicanos y que sus bondades alcanzan desde Monte Cristi hasta Samaná, desde Barahona hasta la capital dominicana, incluyendo el Oasis de la Plena de Azua que hasta los años 90 del siglo pasado era un desierto, más 10 presas de las 35 del territorio nacional.

Es iluso pensar que esta sea la salida definitiva a un problema con tantos años en su haber, máxime cuando todavía queda en su interior un manto de intereses con todo el poder político y económico inimaginado; sin embargo, creo firmemente que la pesadilla que personalmente he vivido con una de las áreas protegidas que más ha despertado mis anhelos por la conservación de las aguas nacionales y por lo cual he luchado firmemente y sin descanso desde 1993, cuando ingresé como miembro de número en la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

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