P. Profesor, ¿está al tanto de lo que está pasando con el caso de la Cueva de Las Maravillas?, ¿cómo se explica ese interés desmedido por privatizar un área protegida, a pesar de que la Constitución la consagra como un bien patrimonial imprescriptible?
R. No me he perdido un solo capítulo de esta novela enmarañada de intereses innobles por la apropiación de un bien del patrimonio público dominicano, que comenzó en el 2004, pues por los azares de la historia y las circunstancias siempre atenuantes de la realidad, a mí me correspondió ser el autor de la propuesta que creó esta área protegida, bajo la Categoría III de la entonces Unión Mundial para la Naturaleza (1996), pero que siempre ha conservado las siglas de la UICN.
A mi ingreso en la Academia de Ciencias de la República Dominicana en 1993, conocí y tuve el privilegio de escuchar un diálogo interesantísimo sobre la importancia de la Cueva de Las Maravillas, en el patio español de esta augusta cuna del saber, a dos eminencias de la antropología dominicana, Fernando Morbán Launcer (Director del Museo del Hombre Dominicano) y Dato Pagán Perdomo (espeleólogo y especialista en arte rupestre).
Pero fue en 1995 que el Consultor Jurídico de la Presidencia, doctor Héctor Pérez Reyes me invitó a colaborar con una inquietud del Presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer por la protección efectiva de una serie de espacios naturales para él sumamente valiosos y, desde luego, esa fue la oportunidad para recordar aquel encuentro y proteger aquel lugar histórico y aborigen sin igual.
Hasta ese entonces, la Cueva de las Maravillas, un complejo de encavernamientos con casi un kilómetro de largo (unos 800 metros), estaba abandonada en medio de establos y potreros del CEAGANA y utilizada como fuente de abono orgánico proveniente del guano de los murciélagos, pero gracias al fino olfato de la historia del Presidente y el buen juicio del Consultor Jurídico, pudieron valorar aquel tesoro taíno que yacía en el abandono y un año después (1996), mediante el decreto histórico de 52 páginas, N° 233-96, se creó esta Reserva Antropológica junto a las Cuevas de Borbón o del Pomier.
¡Cómo permitir que ahora, un patronato o consorcio privado intente apropiarse de este bien de la patria! ¡Gracias a Dios tenemos una Defensoría del Pueblo!
¡Dios la bendiga Doña Zoila Martínez, usted no está sola; desde la Academia de Ciencias apoyamos su gesto patriótico!