P. Profesor, la Academia de Ciencias de Estados Unidos revela que Haití ha perdido el 99.68% de sus bosques primarios y que la deforestación ha diezmado totalmente su cobertura originaria en 42 de sus 50 montañas más altas, ¿cuál es el riesgo que plantea esta situación para República Dominicana?
R. El riesgo es inminente, lo tenemos en las narices, solo que los dominicanos no lo vemos, esta situación no preocupa a las altas esferas de la gestión del Estado dominicano, ni a ninguna autoridad oficial del país le quita el sueño.
La crítica situación ambiental haitiana, la crisis al rojo vivo de esa nación es del dominio de todos los organismos de colaboración internacional, pues es tema de agenda en los principales cónclaves mundiales relacionados con las amenazas planetarias del cambio climático, pérdida de la biodiversidad, simplificación de los ecosistemas más frágiles de la Tierra, ubicados precisamente en las islas, donde La Española emerge pionera con los más altos niveles de sensibilidad.
Francisco Domínguez Brito, ex-ministro del Ambiente, fue la única autoridad gubernamental en plantear el año pasado ante los organismos de Naciones Unidas reunidos en la Conferencias de las Pates (Cop 23) o Cumbre Mundial del Clima (Bonn – Alemania), la crítica situación del agua que atraviesa Haití, señalando que prácticamente la mitad de la población de ese país (4.5 millones), dependen del agua que se le suministra mediante los ríos que nacen en República Dominicana y que el resto no cuenta con agua segura para su consumo.
El estudio de la Academia de Ciencias estadounidense indica que “Haití está experimentando una extinción masiva de su biodiversidad, debido a la deforestación que allí existe” y estima que “de mantener el ritmo actual, perderá esencialmente todo su bosque primario durante las próximas dos décadas”.
Por si alguien lo desconoce, La Española es un “ecosistema único”, cuya dinámica requiere mantener la conectividad de sus ambientes más sensibles, montañas altas, bosques nublados, zonas productoras de agua, centros de alto endemismo, hábitats exclusivos de especies seriamente amenazadas y zonas de alta sensibilidad ante los impactos del avance de la desertificación desde el occidente hacia el oriente de la isla.
Esta situación amerita que las autoridades que tienen el destino de la nación en sus manos, miren al futuro con responsabilidad y piensen en sus hijos.